DIARIO DE LA GANA y la DESGANA
12. Lunes, veintisiete de diciembre de dos mil veintiuno. Once de la noche.
Hoy ha tocado Desgana
He pasado todo el día sumido en una especie de depresión (no sé muy bien en qué consiste ese mal), al menos en mi caso (puedo leer descripciones o preguntar a quién lo sepa y enterarme, más o menos) pero no llegaré a saber, a ciencia cierta, si será depresión u otra cosa parecida.
A lo largo de mi vida he sufrido momentos en los que me consideré deprimido (hasta tres veces asistí a terapia en la década de los ochenta). Pero ahora, visto con perspectiva, me parece tan solo estaba decepcionado (y desesperanzado) con lo que me sucedía y sobre todo con lo que No. Esperaba de los demás, de mis circunstancias y hasta de mis supuestas potencialidades, todo tipo de gloria y venturosas experiencias; y claro como todo eso realmente era mentira y altamente improbable, no sucedía y entonces, simple como era (ahora también) me desanimaba. Creo que tan solo era eso, pero yo, para hacerme el importante (es lo único que he deseado verdaderamente en mi vida: ser importante), me auto diagnosticaba depresión. A los terapeutas a los que fui, modernos todos (gestálticos), les daba exactamente igual el diagnóstico formal. Ellos hicieron bien su trabajo y ninguno me habló de depresión para definir mi caso. Mi problema era que me faltaban demasiadas neuronas y eso no se cura con nada. Ninguno, pudorosamente, se atrevió a nombrarlo. Uno de ellos, impotente, para cubrir el expediente, porque en mi cabeza, salvo los vacíos de materia prima, no pasaba nada anormal, se dedicó, al final del tratamiento, a darme masajes, supuestamente terapéuticos también.
Poco a poco, a lo largo del discurrir del tiempo, me he ido percatando con toda nitidez del quid de la cuestión. Lo bueno es que eso ahora ya da igual.
En este tiempo, lo único que importa es poder ir sacando adelante mi vida sin demasiado daño, que me asista un poco de suerte en este previsible tiempo de fragilidad y tener fuerza suficiente para alejar los “malos rollos” de mi vida.
La Fotografía: Sentado, frente a un paisaje amigable, mirando montones de piedras conformadas por el mar Tetis, hace millones de años, con cielos poblados de pesadas nubes. Así me gustaría vivir, tranquilo, completamente desesperanzado y en posesión de una certera capacidad para decidir lo que más me convenga: a ser posible indoloro a la vez que placentero.