DIARIO ÍNTIMO 20
UN AMIGO suele afirmar, recurrentemente y sin sombra de duda, que está bien, cuando le pregunto por su estado general.
Por cierto, amigos solo me quedan dos. Ahora ya no me hacen falta más.
Sí, me parece importante que al menos quede uno (y, en el colmo de la lujosa exuberancia, dos).
Por qué, sencillo, si tengo que subir un pequeño mueble a la parte alta de mi casa, llamo al número Uno, me ayuda y ya está. Se va y ahí queda todo, no hace falta más (él puede hacer lo mismo conmigo, llamarme para mover un sillón, por ejemplo). O si he llorado por la noche y una presión me ahoga y un negrísimo vértigo casi me paraliza; o que me da igual morirme pasado mañana (eso no se lo digo, para no asustarlos, ni a uno ni a otro) pues nada, llamo al amigo Dos, y me desahogo un poco, sin abusar, para no espantarle y ya está, colgamos y ambos nos olvidamos del asunto. Eso sí, todo lo digo como si no pasara nada grave, con otras palabras y otra historia, o la misma, pero añadiendo truculencias para que no se aburra (si no, a la siguiente necesidad de auxilio, ni siquiera me cogerá el teléfono).
Así son las amistades en la edad senil, pequeñas, leves e interesadas. La épica se ha quedado muy atrás.
Lo único que no debe fallar por nada, pase lo que pase, en esta época de desbanda general es uno a sí mismo. Lo demás, el mundo entero, se puede ir a la mierda.
Ya no me acuerdo de por qué empecé con esta reflexión, gris tirando a negra. Ni falta que hace.
La Fotografía: El veintisiete de febrero estuve con Carmen en Arco e hice bastantes fotos, de Arte, Contemporáneo, claro. Iré colocando fotos que realicé ese día, a medida que me asaltan reflexiones de este tenor. Espero que sean ¡¡¡divertidas!!! Tanto unas como otras.