MONÓLOGOS SOBRE ARTE
Capítulo nueve: ARCO, Feria Internacional de Arte Contemporáneo.
Se me están acabando los recursos para articular un relato sobre lo que vi y no vi, en la última edición de la Feria.
Podría dejarlo ahora mismo porque no tengo la obligación de escribir sobre Arco, Arte o cualquier otra cosa si no me apetece y ahora no me apetece. Aquí mando yo. Pero, dado que en cuatro días haré un viaje a Sicilia (o eso espero), y estaré allí ocho días, no tengo más remedio que llenar de cromos el álbum hasta la vuelta, para que el hilo de Ariadna no se rompa.
Por eso, ante la falta de inspiración coloco fragmentaria y resumidamente la entrada –Contemporáneo- del Diccionario de las artes, de Félix de Azúa, absolutamente pertinente sobre el contexto que estoy tratando estos días.
“Puede parecer que cuando hablamos de arte contemporáneo, es decir, el arte que en la segunda mitad del siglo XX se arrancó de las vanguardias históricas para aniquilar los últimos residuos de idealismo que aún quedaban en el mundo del Arte, nos referimos a una actividad acotada y específica, algo amplio pero definido, una especie de campo discreto parecido al fútbol, con sus ídolos populares, clientela, sus especuladores, sus comentaristas, sus rarezas y también sus modas, sus triunfos y fracasos (…) Hablar de arte contemporáneo es hablar de nuestra actual condición, sea esta horrible o espléndida, o más aborrecible y espléndida que las anteriores (de los cuales solo conocemos un sueño), y eso significa hablar de nuestra insoportable condición de mentirosos, de bien nutridos lamentadores, de impotentes denunciantes de la energía ajena, de esclavos felices, de cínicos que han olvidado su encanallamiento, de idiotas joviales. Todo lo negativo, radicalmente negativo, que nunca fue territorio del arte, sino que aparecía sutilmente cuidado por el lenguaje átono de la filosofía, forma ahora la totalidad del arte. Y allí se muestra, frente a nuestros ojos miopes en el espejo del arte contemporáneo. El arte ha entrado a formar parte de la vida misma de todo el mundo, y viceversa...». Félix de Azúa
La Fotografía: Bocas abiertas, muchas. Más de trescientas. No supe quién era el autor de semejante y abrumador despliegue fotográfico de rostros actuantes. Tampoco cual era la motivación o discurso del autor. En realidad, el arte contemporáneo es gregario e intercambiable. Poco importa quién o qué hay detrás de cada obra, todo lo que se hace pasa a formar parte de un gelatinoso magma en lo que verdaderamente importa es su adscripción a la corriente.