DIARIO DE VIAJE: A Teruel
Día 4.2 Jueves (19.05.2022)
… Nada más volver a la zona alta (Cementerio abandonado, S.XIX) me dispuse a fotografiar.
En los viajes, a pesar de llevar siempre in mente la posibilidad de realizar mis performances (fotográficamente, es lo que más me gusta hacer, lo que más feliz me hace, es lo único que haría si pudiera); casi nunca lo logro, simplemente porque voy subido a la dinámica del desplazamiento, de las visitas, del turisteo, de los datos y de la logística. Eso me frustra siempre. No obstante, a pesar de estar plegado a un realismo viajero, no precisamente mágico, sino tan solo práctico, como si fuera un funcionario, prefiero viajar a no hacerlo. Algo es algo, me digo. Afortunadamente, esa mañana, en La Fresneda, se dio una circunstancia apropiada para engolfarme en “mis cosas”. Tenía tiempo, el sol era luminoso y amigable y, lo más importante, estaba absolutamente solo en el lugar. Por si fuera poco, el enclave era propicio y yo había desayunado bien y además me sentía de un excelente estado de ánimo. Como si no me pasara nada, como si estuviera sano y con mucha vida por delante. Realicé algunas tomas que me proporcionaron mucho placer, pero en este relato no caben todas…
La Fotografía: En el cementerio abandonado del siglo XIX: podría haber pasado todo el día ideando automatismos fatales e imágenes que tangencial y performativamente podrían decir sobre el destino final del ser humano y de la condena a la que estamos abocados; pero eso sí, nunca directa y racionalmente. Eso sería profundamente inelegante y denotaría una ausencia total de sentido “artístico”. Yo no soy artista, pero sí elegante.
“No aceptar ni idea ni imagen alguna que pudiera dar lugar a una explicación racional, psicológica o cultural. Abrir todas las puertas a lo irracional”. Luis Buñuel y Salvador Dalí.