DIARIO DE VIAJE: A Teruel
Día 5.4 Viernes (20.05.2022)
… Seguí camino hacia Medinaceli. Llegué en torno a las dos menos cuarto. Enseguida encontré una agradable terraza en la que corría un ligero viento que hacía muy agradable la estancia. Comí un menú algo caro, pero bien elaborado: relleno de calabacín, carpacho y de postre tarta de queso y café con hielo (20 €). Cuando me senté apenas había comensales, pero enseguida comenzaron a llegar visitantes que se asomaban al restaurante y les convencía, como me había pasado a mí.
A mi derecha se sentó la sempiterna pareja, tal vez en la cuarentena con la dichosa parejita de niños de siempre (dijeron tonterías sin ningún pudor todo el tiempo). Los comensales que verdaderamente me interesaron se situaron cerca, justamente enfrente. Pareja madura (él en torno a los setenta y dos y ella cerca de los setenta, más o menos), bien vestidos, de modales sobrios, educados, que denotaba que habían sido profesionales de un cierto nivel y hasta puede que prestigio en lo suyo; desde luego, estaba claro que no habían pasado penalidades en toda su vida. Pero, no era eso lo más llamativo, sino que se mostraron extraordinariamente atentos el uno hacia el otro, es más, parecía que acababan de conocerse y todavía se cortejaban (ambos se dedicaban delicadas sonrisas, como si pretendieran conquistarse). Yo, no apartaba la mirada de ellos, fascinado; disimuladamente, claro. No podía evitar proyectarme ya que yo actuaría igual que él si estuviera comiendo con una mujer en un sitio tan grato, ahora que estoy obligado a conquistar mujeres o a ser conquistado por ellas (altamente improbable). En un momento dado me dije: a lo mejor es una cita a ciegas a partir de una página de contactos (también me proyectaba). Pero a medida que la comida avanzaba fui obteniendo información y no, increíblemente eran matrimonio y de muchos años: hablaban de obras en la casa, de hijos maduros y hasta de nietos, me pareció. No lo podía creer, pero era así. Fue un placer la comida y observar a esa pareja de mirada y atenciones amorosas, probablemente después de cuarenta años o más. Será posible que la vida sentimental, a veces, tenga sentido, me pregunté. Me contesté que sí y me fui a dar un paseo por el pueblo, tan contento. Sigo creyendo en el amor y las buenas maneras, ingenuamente tal vez, pero sí, e incluso y sobre todo en las edades tardías…
“La edad es algo que no importa, a menos que usted sea un queso”. Luis Buñuel
Esta cita poco tiene que ver con el contenido de este día de diario (o sí), pero me había comprometido a hacerme acompañar por Buñuel en el resto del viaje, así que me sirve, sobre todo porque no sé si soy un queso, seguramente lo seré (de Don Luis, me fio), porque a mí sí me importa la edad (y supongo que a él también cuando dijo lo que dijo) …
La Fotografía: Plaza de Medinaceli, observada en perspectiva desde mi momentáneo y excelente buen humor.