DIARIO ÍNTIMO 34
Miércoles, treinta y uno de Agosto de dos mil veintidós
Últimamente estoy escribiendo mucho sobre mi controvertida e inexistente vida sentimental.
Tan solo se hace presente en forma de inútiles tentativas y quiméricos anhelos, completamente extraños a mis posibilidades reales.
Probablemente sea porque me resista a renunciar definitivamente a un impulso que siempre tuve, desde niño casi.
Uno de mis rasgos de carácter más pronunciado es una sentimentalidad blanda, débil, llorosa, que necesita de atenciones y cuidados delicados y frecuentes.
Siempre he sentido que la ayuda solo podía venir de las mujeres, y a eso me he dedicado toda mi vida: a ser abrazado y protegido por ellas. Unas, han aguantado durante más tiempo el peso de mi desvalimiento, otras menos; y ahora, según estoy comprobando dolientemente, ya no lo aguanta ni una. Me han retirado su manto protector y ahí estoy, a merced de los rigores de la vida solitaria; como pez que boquea fuera del agua.
Ahora estoy solo y lo estaré, inevitablemente, ad infinitum. El problema no es tanto esa circunstancia en sí; sino asumirla sin angustia, palpitaciones y sin que me falte el control sobre mí mismo. Esto último es lo más importante.
Trabajo para ello. Algo conseguiré, digo yo.
No obstante, estaré atento a cualquier oportunidad que aparezca para paliar mis perennes abstinencias. La sequía es pertinaz, pero santo en procesión no sacaré.
Solo me ocuparé de las mujeres, en caso de que aparezca alguna, que tengan algo que aportarme, algo que me sirva verdaderamente; si no, para qué (solo vale lo que sirve).
Seré un héroe en prestancia, entereza y misoginia reactiva. Ya lo creo.
La Fotografía: Me la hizo mi amigo Luis, hace exactamente cuarenta años y tres meses. O, dicho de otro modo: tenía veintinueve años. Lo que no consigo recordar es de lo que me reía. La risa no es una expresión propia de mí (siempre me he reído muy poco, creo, aunque es un automatismo que no se controla, luego, no recuerdo las veces que me río al día, normalmente, ninguna, me parece).
Así me va, la adustez y los semblantes de importancia no son aptos para ligar.