LOS DÍAS, 9
Viernes, veintisiete de enero de 2023
Hoy es un día suelto, descuadrado e impertinente. Me he quedado sin contenido y el día ha amanecido, sin poder evitarlo, inexorable y exigente. Como no pienso suicidarme hoy, no me queda otra que crear una entrada de diario, con prisas y escaso de lucidez.
Ayer, fue un día sin pasión, pero con momentos gratos y eso es mucho para mí ahora: crucé algunos mensajes amables con la mujer de mis tormentos, que como no suele ser normal, siempre me parece extraordinario. Hablé con Naty sobre cuestiones operativas con nuestro Charlie; y, por la tarde noche, cociné una estupenda tortilla que nos comeríamos mi amigo Ángel y yo, viendo el partido de fútbol y charlando animadamente sobre nuestras cosas. Las sesiones futboleras con mi amigo son siempre gratísimas. Para colmo del alborozo nuestro equipo ganó, casi in extremis, y eso es mucho más divertido, ganar viniendo desde la derrota. Me pregunto porque a mí eso no me pasa nunca; aunque como casi todas las decepciones o satisfacciones, dependen de cómo las percibas, lo mismo a mí eso, lo de ganar, me está pasando continuamente y yo sin darme cuenta ¡¡¡Tendría gracia!!!
Lo cierto es que, si me paro a pensarlo un poquito, desapasionadamente, no tengo más remedio que reconocer que ahora, derrotas y pérdidas en mi vida, pocas; tampoco victorias, el partido está abocado al pacífico y amable empate. Lo bueno: hago lo que me da la real gana a todas horas del día y de la noche. Aunque no consigo hacer algunas cosas que me gustarían, no pasa nada, pienso en otra cosa, neutralizo el deseo y a vivir que ya queda poco. Quienes quieran estar cerca de mí, si me gustan, estarán; y quiénes no quieran o no me gusten, no, que los zurzan con hilo verde (Javier Tomeo). Ahora ya no voy a buscar a nadie, estoy bien con los que están cerca. Son suficientes.
La Fotografía: Mi amigo Ángel hace quince años. Qué bien estábamos entonces. Ahora también, pero más viejos. Lo bueno es que a pesar de los años (empujando desagradablemente a todas horas), seguimos disfrutando de nuestra mutua compañía cuando nos vemos. Eso ya está realmente bien. Él será mi amigo para siempre, no hay sombra de duda en eso. No vamos a cambiar nada después de tantísimos años.