DIARIO ÍNTIMO 46
El día ha amanecido con -4º
Domingo, veintinueve de enero de dos mil veintitrés.
Será un mal día, eso seguro.
Las ocho de la mañana y amaneciendo.
El sueño me abandonó a las seis, pero no pude mover un músculo hasta las siete.
Mi Charlie y yo, languidecemos cada día y se nos nota. Él cojea, yo también.
Me causa una profunda tristeza estar triste. Cómo No.
Una de las peores cosas que me suceden es soportar la tiranía del bienestar.
Para qué, Para nada.
Están tan bien vistas las sonrisas y hasta las carcajadas. Solo siento ganas de vomitar.
Será un mal día, eso seguro.
Por qué, porque sí.
Cada día soporto menos el Mundo Zombi (el femenino).
Me dan miedo.
Sé cómo serán las siete de la tarde de hoy. Malas. Seguro.
También, las once de la noche.
Dormiré cómo un ángel. No, no es una buena noticia.
Tampoco mala. Sueño y los sueños son mejores que mi realidad.
Cuando la vigilia toma el mando de mi vida, y eso sucede a diario, los incomprensibles sueños mutan en pesadilla.
La nada lo impregna todo con su infausta omnipresencia. El vacío es Dios.
Que a su vez es una cáscara hueca, y dentro, la fetidez.
Será un mal día, eso seguro…
Podría seguir, toda la mañana, con el aullido Dadá, pero no lo haré.
No quiero correr riesgos: de pronto, mejoro el día sin querer.
No, de ningún modo quiero eso.
Lo único que quiero ahora, media hora después de que comenzara a escribir,
es que el día sea malo.
Muy malo.
Por qué No.
La Fotografía: Mejor de perfil y con fuerte contraste. Los sueños (buenos); la puta realidad (mala, muy mala).