MONÓLOGOS SOBRE ARTE
Capítulo dieciséis: ARCO, Feria Internacional de Arte Contemporáneo, 2023 (9).
Viernes, veinticuatro de febrero de dos mil veintitrés
… Llevo ocho días más uno trayendo al diario entradas relacionadas con Arco. Aunque fechadas en el mismo día que visité la feria, lo cierto es que desde entonces las estoy escribiendo intermitentemente (hoy, por ejemplo, es seis de marzo, lunes). A medida que han ido pasando los días la experiencia de la feria ha ido disolviéndose, ya apenas me acuerdo de nada en especial, a no ser por las fotografías que hice y que voy trayéndolas hasta aquí.
Me pregunto, entonces, ¿la experiencia pasiva con el arte es tan importante como yo quiero creer? Sospecho que no. En este caso me estoy refiriendo, sobre todo al arte plástico, el soporte primordial de lo que se ve en Arco. El arte contemporáneo, sobre todo, se ha visto obligado, a medida que se alejaba del arte figurativo de rápida y fácil lectura, al menos aparentemente, a apoyarse en sólidos, o al menos profusos discursos conceptuales que sostengan las creaciones de los artistas y el negocio de galerías.
“Cualquier cosa era susceptible de convertirse en arte siempre y cuando entrara en la institución y atravesara un proceso de alquimia discursiva. En otras palabras, cualquier cosa era arte si alguien con influencia y poder sacaba de su manga algún concepto o alguna teoría que lo transformara en elemento artístico”. Carlos Granés
A partir de esa premisa, que por el momento la creo plausible, posible y hasta cierta, que pasa con el espectador-flâneur, pues que, en el mejor de los casos, si está convenientemente informado, pillará algo; y si no, tendrá que conformarse con la mera apariencia de las obras, generalmente de formas alejadas de una realidad reconocible. Si es perspicaz podrá establecer equilibrios de formas, ritmos internos, metáforas imaginativas, paisajes cromáticos, formas sorprendentes… si no, pues nada, en general, salvo algunas excepciones que pareciera que hayan sido creadas para él en particular. Sí, todo será así, porque si no es un estudioso de la evolución del arte contemporáneo en general mediante publicaciones y muestras; se quedará sin conocer lo más importante, ya que no irá de galería en galería pidiendo información exhaustiva de la evolución y cuerpo teórico de cada uno de los expositores.
Escribir esta entrada me ha costado mucho, muchísimo, sencillamente porque me apetecía una mierda. Estos últimos días se están desplegando delante de mis narices cuesta arriba. Generalmente solo soy capaz de escribir cuesta abajo y a buen ritmo; si tengo que ascender, sufro, me cuesta, se me quitan las ganas y desparece cualquier atisbo de idea. Aunque, como todo el mundo sabe, la escritura no va de ideas sino de pulsiones incontenibles, y si no, no merece la pena… mejor a picar a la mina…
La Fotografía: “Defiéndete de la modernidad. Es una trola. El arte no es moderno: comunica o no”. Albert Boadella. Eso digo yo. Comunica esta obra o no; no lo sé, depende. La explicación más sencilla es que a unos sí y a otros no. Pero eso me deja en el mismo sitio que antes de ver la obra. Si me dirijo a mí mismo la pregunta, tengo que decir que no lo sé. Aunque me comunicó lo suficiente para impulsarme a fotografiar (tan solo fotografié veinte o veinticinco obras de los varios miles que había), luego sí, algo debió decirme, quizá el paisaje cromático al que me refería más arriba. No sé. Pero, desde luego, emocionarme, no lo consiguió (sería cosa mía).