LOS MICROVIAJES: Semana Santa (4)
(Viernes, ocho de abril de 2023)
… El momento álgido y emocionante de la mañana es el paso de Las Turbas, cuesta arriba en la Ida, cuesta abajo en la Vuelta, y esa era la única razón de que yo estuviera allí; aparte del atractivo de la ciudad, para mí, de las más bellas, sino la que más de la península. Las sensaciones, admiración y asombro que me provoca Cuenca es por la armoniosa combinación de su geografía natural, su atrevida y vertiginosa arquitectura y sus huellas históricas y culturales por doquier. Aunque, el motivo de mi viaje el Santo Viernes era, exclusivamente, el ambiente y el alarde de fe de miles y miles de personas. O lo que fuera. Quizá tan solo se trata del deseo de vivir unas horas apretujados unos con otros, vestidos igual, adorando unas imágenes seculares y una representación, por supuesto teatral, que ya dura tanto tiempo. Y tocando el tambor. Yo fui por el tambor y el sonido desafinado e incierto de los clarines, también llamado clarinás, que también me llegan hondo.
Después, llegan las hermandades y cofradías serias, con cientos de procesionarios en filas a cada uno de los lados de la calle, enmascarados, ordenados y silenciosos. Ese desfile interminable (cinco pasos de imaginería doliente), se hace tedioso y largo, largo…
La Fotografía: Integrantes de la Hermandad Nuestro Padre Jesús Nazareno del Salvador, Encapuchados, claro (iconográficamente el atuendo procede del de los condenados por la Inquisición, s XVII). Dan un poco de miedo (solo se les ven los ojos y las manos si no están enguantadas), y eso está bien, por lo que supone atrezo y exagerada teatralización.