SUSURROS A MI MÓVIL, de madrugada (3)
Martes, 11 de abril. 6:00 AM.
… A lo largo de un tiempo, cuando me quedé solo (según mi endemoniada novia cesante, eso, es a lo que se ven abocadas las mujeres que tienen trato conmigo: a alejarse por el sulfuroso ambiente que provoco en torno mío), intenté encontrar una mujer como Jacinta (así se llama la encantadora mujer, que llama bebé a Ricardo, el protagonista de la novela Asuntos propios). Pero no, no ha aparecido ninguna en mi vida. A Jacinta ya no la espero, y da igual porque ya ni me interesa.
Mi Charlie, apoya su patita en mi hombro y me mira dormido, aunque con los ojos abiertos.
Ahora, por las noches, desde las ocho y media y durante las dos horas siguientes, tan solo me dedico a ver series de Netflix (me disuelven en una especie de líquido amniótico). Luego me acuesto con Mi Charlie. Durante más de treinta años lo hice con Naty, que, curiosamente, siempre lo haciamos al mismo tiempo, nunca uno antes que el otro. Debimos batir un récord en esa curiosa y virtuosa sintonía, pero no lo homologamos.
Anoche, en una de esas series, tan entretenidas, un personaje le dice a otro: “te haces viejo cuando solo piensas en el pasado”. Y, yo añado: –enfermas y después, enseguida, te mueres-.
Ayer, precisamente ayer, hablando con un querido amigo (por teléfono), me dijo que solo pensaba en el pasado, que se engolfaba obsesivamente en sus recuerdos, a lo que yo reaccioné, una vez más, reprendiéndole severamente dada la peligrosidad mórbida del juego que se trae entre manos (mortal de necesidad). Le dije que el maldito pasado no servía para nada, que no ayudaba a vivir. Y, ni tan siquiera a morir. Me contestó: solemne y fatal: -es lo único con lo que cuento– ¡maldita sea, le dije yo!.
Aunque pueda parecer otra cosa, yo no pienso en mi pasado nunca (tan solo para mi escritura diaria, a veces). Ni me sirve ni me consuela de nada. Es más, apenas si consigo tener una opinión sobre él. Si lo intento, me aburro enseguida. A la mierda con el pasado. Ahora, con un presente, desenfocado y malogrado casi a diario, pero confortable que es lo que más me importa; y, un futuro que no creo que venga, ni falta que hace, sobrevivimos en paz los tres: Mi Charlie, Mi Móvil, y Mi Yo…
La Fotografía: Un investigador y matemático, o es un mago en traje de faena (no lo sé), buscaba la fórmula mágica que eliminara el pasado, y ya puestos a soñar, hasta el tiempo como huidiza y pegajosa realidad-irreal que también convendría que hiciera desaparecer, para alivio de mi amigo y mío.