LOS DÍAS 23
Sábado, quince de Abril de 2023
El músico, un hombre ni joven ni viejo, ni alto ni bajo, aunque sí delgado, nervioso; paseaba furiosamente de un lado para otro en un bar y sala de conciertos. Al parecer, a ese hombre, le había desaparecido su guitarra y no sabía si se la había dejado en algún punto del camino, en la puerta del bar al descargar el material para un concierto, o si se la habían robado. Estaba desesperado. Sentí empatía hacía él porque esa es una de las cosas que le puede pasar a cualquiera, a mí, sin ir más lejos (pero no con una guitarra, porque no tengo).
Nunca había entrado en ese sitio, pero nada más hacerlo sentí simpatía por el lugar; lo más curioso es que esa buena sintonía me resultaba inexplicable. No obstante, y precisamente por eso, me largué de allí a toda velocidad.
El sitio se llama La Divergente. Según me enteré después, se trata de una cooperativa que admite socios o suscriptores. Dicen ellos: “Dotamos de sentido y contenido a la transición ecológica de La Divergente Cooperativa Mixta Integral”.
En el espacio, un semisótano con entrada por la Plaza Mayor de mi ciudad, se celebran actos culturales, exposiciones, recitales de poesía y, sobre todo, conciertos los fines de semana. Además, es un bar con buena barra, me pareció ver.
La gente que pululaba por allí tenían pinta de ser activistas, jóvenes y con firmes creencias en todo lo que fuera alternativo; por ejemplo, parte de su manifiesto fundacional y plan de actuaciones: “Divergente promoviendo los principios de ahorro energético, consumo de productos locales y ecológicos, reciclaje… conscientes de que es una tarea compleja y con objetivos a largo plazo, pero también de la urgencia climática en la que nos encontramos. Para ello, se fijarán las bases de gestión de los Espacios de Eco-Tienda de Economía Circular y Aprovechamiento, se dotarán de contenido a estos espacios y se trabajará por la creación de grupos de consumo, campañas de concienciación, charlas, talleres, etc.”.
Impresionante, pensé, al echar un vistazo panorámico al ambiente. Era primera hora de la noche y ya hormigueaban por allí algunas decenas de personas. En torno a las diez había un concierto de rock.
Me fui enseguida no fuera que intentaran captarme para algo (asistir a sus encuentros agroecológicos, sin ir más lejos, o que me apuntara a una marcha nórdica con bastones y todo), aunque no creo porque yo soy viejo y ellos jóvenes, y además ya me iba al teatro a ver una obra de viejos desencantados (La Zaranda).
Lo que no entiendo es mi súbita conexión con un “rollo” que a mí hace una eternidad que ya no me pone (lo alternativo), aunque sí lo hizo hace muchísimo tiempo.
Lo malo es que me propuse volver cuando no tuviera nada que hacer, luego podría ser cualquier día. No te estará invadiendo la demencia senil, me pregunté asustado. Me contesté que No, que de ninguna manera. Pero sí, creo que volveré.
La Fotografía: Al lado de La Divergencia, el Teatro de Rojas, donde vería Manual para Armar un Sueño, de viejos que ya no creo que sueñen nada. Más información sobre el hecho teatral, mañana.