DIARIO ANALÓGICO
LOS OTROS 2.1 (en pareja)
Viernes, cinco de Mayo de 2023
…En estos días estoy oyendo una obra apasionante: Tres poetas de sus vidas (Casanova, Stendhal y Tolstoi), de Stefan Zweig. Hoy he terminado con la de Stendhal (nunca había leído a este enorme autor). Inmediatamente, espoleado por la brillantísima semblanza psicológica que hace de él Zweig (cada obra a la que me acerco de este autor me parece más y más genial, imprescindible), he comenzado con una de las tres novelas que escribió Stendhal, aparte de sus profusas memorias, El Rojo y el Negro, que me está interesando sobremanera. Después continuaré con La cartuja de Parma.
André Guidé, consideraba a Rojo y Negro, como una novela para los lectores del siglo xx; y Nietzsche consideraba a Stendhal como «el último de los grandes psicólogos franceses».
A propósito de Stendhal, Stefan Zweig, en Tres poetas de sus vidas, dice: “…en su autobiografía solo es un ser humano al que la curiosidad de conocerse empuja a escribir su autorretrato. Tiene el indescriptible encanto de lo fragmentario y la espontánea sinceridad de la improvisación, precisamente el carácter inacabado no definitivo de su obra es lo que mantiene vivo en los lectores el interés por su misteriosa persona; en todo momento nos sentimos invitados a descifrar sus enigmas, a entenderlo para conocerlo mejor y por eso sigue tan viva su alma fría y ardiente a la vez, vibrante de sensibilidad e inteligencia, llena de claroscuros al observarse a sí mismo. Tendrán las generaciones venideras el deseo de aprender de su arte de contemplar el alma humana ya que, de ese modo, enseñó al individuo la feliz pasión de cuestionarse y examinarse…”.
Me encantaría que este diario se aproximara a ese mismo planteamiento del que habla Zweig, con el único propósito de poder reconocerme un poco a mí mismo.
Terminé este capítulo de la obra de Zweig, en un bar de copas el sábado por la noche, a las doce y media, a través de mis auriculares. Me importaba una mierda absoluta toda la gente que hormigueaba por ese local. A la una volví a mi casa…
La Fotografía: Este hombre nada tiene que ver con la actitud de Stendhal. Era un hombre, o al menos así lo recuerdo, enfrascado en su devenir diario, sin preocupaciones intelectuales, artísticas o introspectivas, aunque eso nunca se sabe del todo. Tengo un buen recuerdo de él, nunca fuimos amigos, pero fue merecedor de mi respeto por una sencilla razón: era discreto.