LOS DÍAS 30
Domingo, siete de Mayo de 2023
Ayer no pasó nada digno de mención, salvo cosas que hicieron bien los demás (mi nieta, mi equipo de fútbol, y mis amigos). En cuanto a mí, nada en especial, todo bastante aburrido. El problema no es tanto que no suceda nada, sino algo mucho peor, terrorífico, pavoroso sin duda: no desear que suceda nada, nada en absoluto.
Es como ir subido a un tren que ha llegado a una vía muerta y ahí se ha quedado detenido, varado para el resto del tiempo, y, encima, no querer bajar de él.
¡¡¡Una decepcionante condena de la que no se puede escapar!!!
No hay peor penitenciaría que la que uno se ha construido en torno suyo. No hay libertad para la negación.
A lo largo del día, crucé algunos mensajes y una llamada con mujeres amigas; conversaciones con Gabriel, mi hijo; y también con mi amigo-hermano. Con todos ellos el acuerdo fue total en todo lo que hablamos. Mi relación con el exterior es mayor con mujeres que con hombres: una proporción de cinco a tres. Prefiero que sea así, a pesar de mi incipiente y prometedora misoginia.
A las nueve y media de la noche, llegó mi amigo Ángel, provisto de una pizza grande que compartiríamos los tres: él, yo, y Mi Charlie, al que hace inmensamente feliz la excepción gastronómica.
En las dos horas y media siguientes vimos la final de la copa que jugó nuestro equipo, el Real Madrid, y que confiábamos que ganaría. Lo hizo, para nuestra satisfacción. A Mi Charlie, ese acontecimiento le dio absolutamente igual.
Gabriel me envió un video con un pequeño retazo de la interpretación teatral de mi nieta Emma, en la obra Charlie en la fábrica de chocolate, de Roald Dhal, adaptada para el cine por Tim Burton. Su actuación fue brillante, como siempre. Tiene un gran talento que me enorgullece. Dentro de un mes exactamente podré abrazarla porque vienen a visitarnos, a su familia española. Reenvié a mis amigas el video por WhatsApp (quería compartir con ellas el contento y satisfacción que me proporciona Emma). Me han contestado elogiosamente todas y a todas se lo he agradecido.
Me acosté a la una y me dormí enseguida. Toda la noche.
La Fotografía: Emma hace dos años. El pasado no pude fotografiarla porque me atacó el Covid y apenas nos vimos. Realicé y he montado las fotos en formato de tríptico secuencial en el que he procurado que mostrara tres expresiones diferentes para expresar su gusto y potencial interpretativo: de la tristeza a la alegría. Este año, que la fotografiaré nuevamente, seguiré explorando sus dotes como actriz en ciernes.