LOS DÍAS 35
Domingo, veintiuno de Mayo de 2023
Doce y media de la noche, el día acababa de empezar, aunque fuera de noche (momento fotografía).
Me sentía decepcionado por la ausencia de Martina, donde yo pensé que estaría, no estaba.
Fui a tomar mi última copa en tres días por prescripción médica, ya que me van a mirar por dentro con un artilugio amenazante que podría convertirse en un heraldo negro, pero sin misterio, ni épica, ni poesía, ni nada de nada, tan solo tecnología. Me inquieta mucho el trago metafísico (más allá de la apariencia física y visible de mi cuerpo). Filosofía pura, por profunda e insondable, hasta el fondo oscuro de mis entrañas.
La novia gorda, con un feo traje blanco de primeras nupcias (luego, las siguientes, son de cualquier color), bailaba desenfrenadamente con un individuo muy delgado, que lo mismo era el novio. Se coordinaban en movimientos y revoloteos de brazos y vueltas y revueltas como si lo tuvieran muy ensayado. Muy entretenido. Parecían inmensamente felices y solos. Únicamente estaban acompañados por tres o cuatro personas a una prudencial distancia. El mundo debía haberse hartado de tan desigual y rítmica felicidad (la gorda y el flaco). Yo también me cansé de mirarlos y de imaginar las edades de su dicha.
El resto de las feas y aburridas personas que pululaban por el local no me despertaron ningún interés, como siempre. Sentí la artera y perniciosa picadura del aburrimiento del que solo yo soy el culpable por exponerme tontamente a semejante vivencia, tediosa y sin sentido.
La mañana de hoy, domingo, olvidable.
La tarde, olvidable también.
El anochecer, más olvidable si cabe.
La Fotografía: Soy yo, apoyado en una columna de madera, mientras miraba a los novios, ya matrimonio, supuse (no creo que el rollo fuera un ensayo general). En el preciso instante en el que me dio por fotografiarme de arriba abajo, como si fuera un tipo original. Por un momento, me sentí bien. Inmediatamente después, me largué.