DIARIO DE LA GANA Y LA DESGANA (14.1)
veintinueve de mayo de dos mil veintitrés. A cualquier hora.
Para mí es tiempo de desgana (quizá deba cambiar el título de este capítulo, o iniciar uno nuevo bajo ese designio).
Me pregunto: ¿conoceré a partir de este tiempo esa rareza anímica llamada ganas? Creo que no. Da igual, a mí ahora solo me interesa la salud y los matices que puede llegar a tener la metafísica del aburrimiento.
Traeré al diario estrofas de una canción de Rafael Berrio, artista muy estimado por mí, ya que muchísimas de sus canciones, por no decir todas, las siento como confesiones íntimas y espejo y reflejo de lo que siento…
Su vital desaliento, su supuesto nihilismo me es propio y se me pega a la piel como un amor fou. Qué lástima, qué tristeza su muerte (era diez años más joven que yo). No debería haber muerto todavía, claro que no, podríamos haber seguido disfrutando de su gran talento… Es una lamentable y desoladora desgracia que los creadores se vayan antes de tiempo ya que nos privan de una necesaria calidad para nuestras vidas.
Creo en la virtud
de la desgana (canción). Rafael Berrio
“No hacer frases, no hablar.
No formular sino lo estricto,
que viene a ser en suma nada.
Creo en la virtud de la desgana.
No forjar sueños. No leer,
sino quemar quinientos libros,
si bien que dos junto a la almohada.
Creo en la virtud de la desgana
No buscar formas de novedad;
muy al contrario, huir de ellas,
y amar la faz acostumbrada.
Creo en la virtud de la desgana.
No doblegarse a la tentación
de crear obra en pos del arte,
sino dejar secar esa fontana.
Creo en la virtud de la desgana”…
La Fotografía: Ya en dos mil doce sentía esa desgana que canta Berrio, y que, curiosamente, creó la composición el mismo año que yo esta fotografía (2012). Sí, pero él diez años antes en su edad cronológica (yo detrás, hasta en la desgana).