DIARIO DE VIAJE: Al sureste
Domingo: veintiocho de mayo de dos mil veintitrés.
… De la Manga a La Unión, pueblo minero al que me acerqué con la intención de parar y ver algunos restos de minas, siempre sugestivos para mí, sobre todo fotográficamente.
Recorrí el pueblo de una punta a otra y en ningún momento sentí las ganas de localizar algún punto y ni siquiera de parar.
Continué viaje siempre hacia el sur, costeando, con la intención de situarme en la provincia de Almería, y más concretamente en Mojacar, donde tenía intención de dormir esa noche.
La distancia era en torno a 150 Km y tenía todo el día para cubrirla. No, no es que me sobrara tiempo (ya no me sobra, todo lo contrario), sino que me faltaban sitios donde parar e ir pasando el día.
En esto, vi un indicador hacia Puerto de Mazarrón, me desvié porque nunca había estado en esa ciudad y nunca me aproximaría a ella otra vez.
Al parecer había algunos puntos de interés: restos romanos y de un barco fenicio y algunas cosas más; que yo evité porque no me despertaron la suficiente curiosidad. Me dediqué a pasear por el puerto y un paseo marítimo que bordeaba una playa.
Cuando me cansé de ir y venir entre el puerto y el paseo, busqué un sitio donde tomar algo y comer. Me decidí por la terraza de un restaurante cualquiera. Me atendió una camarera joven y sonriente que se interesó por mi actividad fotográfica a lo que contesté desganadamente. Comí una especie de ensalada de mango y atún rojo, postre y café. Estuvo bien. Mientras esperaba que me sirvieran gestioné el hotel de Mojacar.
Salí del Puerto de Mazarrón en torno a las tres, más o menos. Llegué al hotel a las cinco menos cuarto. La habitación se encontraba en un patio a la espalda del bar con terraza delantera desde la que se divisaba el mar.
Como me sentía claramente deprimido me tumbé en la cama con el propósito de descansar y reunir fuerzas, y si era posible dormir. A la caída de la tarde, subiría al pueblo a dar un paseo por el centro y buscar un lugar donde cenar.
La realidad inmediata fue otra: solo estuve tumbado menos de un minuto, así que no dormí y tampoco repuse fuerzas porque no lo necesitaba, no estaba cansado. Me fui a pasear a la playa. Luego subí al centro del pueblo.
Un puñetero día perdido: estaba resultando absolutamente anodino.
Después de cenar bajé a la zona de playa y cerca del hotel encontré un bar de copas muy animado, lleno de gente, en su mayoría joven. Mientras me tomaba un ron solo, recordé uno de mis viajes a mediados de la década de los ochenta, solo como el ron que me estaba tomando, y una noche similar, muy cerca de donde me encontraba. En un bar parecido ligué con una chica con la que terminé en la playa haciendo sexo, con la luna y estrellas arriba y las olas susurrando al lado. Puñetera nostalgia de paraísos y tiempos perdidos. Me fui a acostar a las once, sin mujer ni sexo ni nada. Ni siquiera sueño tenía …
La Fotografía: Me acordé de Naty, con la que había venido a Mojacar incontables veces. Ahora, ella ya no está conmigo (ni yo con ella, consecuentemente), pero la visión del pueblo no ha mejorado con esta circunstancia, aunque lo intentara subiéndome al punto más alto que pude para cenar, restaurante donde nunca había estado antes (un plato de pasta). Gané en perspectiva, aunque no en intensidad.