LOS DÍAS 76 y 3
Viernes, uno de Diciembre de 2023
… Fueron cuatro los fundadores, a los que luego se añadieron otros, hasta un total de quince o dieciséis. Más o menos fue ese el número de los insignes y únicos artistas innovadores a finales del siglo XX en la ciudad (también había algunos artistas japoneses interesantes, especialmente mi querido amigo Masao Shimono, pero que no pertenecieron al grupo). La mayoría eran toledanos, aunque hubo algunos de adopción, como un nórdico con capa y todo, alto y delgado como un palo alto, que se llamaba Aroldo, ya fallecido, en Almería, y una simpática y delgadísima artista japonesa, Kasué. Se agruparon en una asociación, o comunión, o misión, o lo que fuera: llamada Tolmo (interesante nombre). Aunque ellos dijeron que fue consecuencia de abrir un diccionario al azar, no me lo creo, ya que el nombre tiene demasiadas connotaciones simbólicas y alusivas al pasado, como la ciudad misma, como para que fuera casual. No obstante, estuvieron inspirados en el sacramental bautizo. Pura inspiración. La existencia de este grupo hasta provocó una pretenciosa agudeza de un político garbancero como José Bono: «El Grupo Tolmo significa el tatuaje de la vanguardia para Toledo.»
Veamos, haré un poquito de historia: el grupo se creó cuatro años antes que el Museo de Arte Contemporáneo de Toledo, en 1971. Fue fundado por artistas informales y vanguardistas de la ciudad, tal vez siguiendo la estela de la generación anterior que conformaron el grupo El Paso, en Madrid, en los años cincuenta. Al menos comulgaban con los planteamientos alternativos de aquellos (esto solo lo supongo, porque no sé si estos de aquí tenían declaración de principios o no). Los de El Paso, en su manifiesto fundacional de 1957, afirmaban: «Creemos que nuestro arte no será válido mientras no contenga una inquietud coincidente con los signos de la época, realizando una apasionada toma de contacto con las más renovadoras corrientes artísticas. Vamos hacia una plástica revolucionaria —en la que estén presentes nuestra tradición dramática y nuestra directa expresión— que responda históricamente a una actividad universal».
Los fundadores fueron: Paco Rojas, Raimundo de Pablos, Eduardo Sánchez Beato, Luis Pablo Gómez Vidales, a quienes se sumaron luego Gabriel Cruz Marcos, Fernando de Giles Pacheco, Félix Villamor, Julián Jule García Rodríguez y otros que en un momento dado pertenecieron al grupo y que más tarde lo abandonaron, cómo Méndez, Guerrero Montalbán, Mota, Aroldo y Kasué. En el año 2004 se unieron el pintor madrileño Fernando Sordo y Fernando Silva (fuente: Wikipedia).
Después de cuarenta años el grupo desaparece y la Galería de Arte que mantuvieron abierta durante décadas, fue cerrada en 2010.
En esa galería, visto ahora con la perspectiva del tiempo transcurrido, tuve el honor de exponer mis fotografías en 1979.
Dinamizaron increíblemente las artes plásticas en la ciudad, con exposiciones de prestigio: Canogar, Lucio Muñoz, Feito, Semper, Zobel, Gerardo Rueda, Chillida, Alberto Sánchez, Alberto Corazón…(fuente: Wikipedia). También, como grupo homogéneo tuvieron presencia en muestras internacionales.
Para los interesados en arte de vanguardia en nuestra pequeña ciudad, Tolmo, fue un referente durante décadas y una suerte contar con ellos. Ahora, que yo sepa, ni eso.
Se da una circunstancia llamativa que a mí no deja de asombrarme, por ajena al hecho universal del arte, y es el apego de estos artistas a la ciudad. Ser toledano es una mística que lo impregna todo, hasta lo que hacen artistas aparentemente abiertos al mundo. Así creo que fueron estos artistas, a pesar de que no conocí ni bien ni mal a ninguno, solo de vista o a través de superficiales contactos, no en vano expuse en su galería. No me caían ni bien ni mal, ahí estaban e hicieron un gran servicio a la ciudad. Algunos han fallecido ya o deben ser viejísimos.
La Fotografía: Sala donde estaban reunidos algunos de los artistas más significados del grupo, especialmente los fundadores y algún otro de los que estuvieron décadas, como Jule. Me caía bien este hombre a pesar de que lo conocí poco. Hombre sencillo y amigable que dotaba a sus obras flotantes de peso metafísico, dramático y fuertemente expresivo. Su obra, es la segunda desde la izquierda, y a propósito de lo que decía antes, lo toledano vuelve a aparecer recurrentemente en ellos. En este caso, la pintura se titula: Sentir el Tajo (1980).
Solo había obra expuesta de ocho o diez de ellos, no todos, claro, pero al menos estaban presentes como artistas representativos de una época en la ciudad. Me gustó mucho recordar sus estilos y formas.