COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 38
Miércoles, seis de Diciembre de 2023
“Sea optimista, no resulta de mucha utilidad ser de otro modo”. Winston Churchill
Hoy es fiesta, conmemoramos la Constitución Española, de 1978. Es un texto normativo marco que regula la convivencia entre españoles. Llevamos cuarenta y cinco años celebrándola y felicitándonos como si fuera sacrosanta y por lo bien que creemos que nos salió. Prácticamente nadie cualificado la cuestiona; no, se la adora como palabra de Dios, inmejorable e intocable. No es para tanto ni mucho menos, me parece a mí. Es más, creo que es francamente mejorable en algunos aspectos, sobre todo en lo que se refiere al título VIII, y en los artículos del 137 al 158, o al menos en la aplicación de estos. Por qué, sencillo, al amparo de este articulado y a partir de los manejos e intereses de los partidos políticos hemos llegado a un notable desmejoramiento de su espíritu y elemental sentido, aparte, por supuesto de su deficiente funcionamiento, territorio de fraudes y ladrones. Nos encontramos en una situación de permanente corrupción y progresiva desigualdad entre españoles. O, dicho de otro modo, si una norma ha llegado a ser la plataforma legal para establecer y validar la incomprensible desigualdad, esta es, sencillamente, inservible y terriblemente perniciosa. Se autodescalifica por sí misma porque deteriora y destruye los principios democráticos elementales. Hay que abolirla y hacer otra corregida porque en lo que se refiere a aspectos fundamentales de derechos y principios democráticos puede ser perfectamente aprovechable, salvo en lo que se refiere al descontrol del estado de las autonomías. Al parecer un proceso constituyente da mucho miedo y se considera reaccionario, a mí no me lo parece, es más, es urgente hacerlo y, a partir de la experiencia acumulada con esta (45 años de mal funcionamiento), seguro que otra nueva nos saldría mejor. Eso sí, tan solo para los que queremos seguir perteneciendo al estado español, los que no, que se vayan al infierno.
Y por qué estoy hablando de todo este asunto político que a mí tampoco me alude (los septuagenarios ya no contamos para estas cosas), pues porque hoy, exactamente hoy toca y por eso he empezado con una cita contundente y de ejemplaridad incuestionable de un hombre que se ocupó de la política en su país, a nivel de gran estadista, de una talla y genialidad que por aquí no se conoce. Ah, y porque hoy, y no sé por qué, me siento optimista, y no porque piense que todo vaya a mejorar, sino, sencillamente, porque me he levantado muy entonado de estado de ánimo.
Lección para políticos corruptos, de los que aquí nos sobran: “El precio de la grandeza es la responsabilidad”. Winston Churchill
La Fotografía: Obra pictórica de Roger Van Gindertael, Museo de Arte Contemporáneo de Toledo (Colección de Roberto Polo); que viene bien al caso de hoy.