9 ENERO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL (JPG) 32. (MOVIL)
Fecha de diario
2024-01-09
Referencia
10216

LOS DÍAS 4
¿se puede alcanzar la felicidad deprimido? Puede, pero sin dolor…
Sábado, seis de enero de 2024

Ayer, viernes, no hice nada. Ya lo dije ayer. Después de la película del desastre aéreo y nieve, pensando que quizá una comedia equilibraría mis fluidos anímicos, vi una comedia francesa, al parecer de mucho éxito en Francia y claro, pasó lo que pasó, porque a mí no suelen gustarme las comedias, salvo algunas clásicas americanas, como las de Billy Wilder, Howard W. Hawks, Los hermanos Marx o Woody Allen, y algunos autores más, que, curiosamente, salvo los Marx, todos realizaron obras dramáticas mayores. Bueno, lo que pasó es que casi vi, antes de dormirme, una de las peores películas vistas en muchísimo tiempo: Yannick, de un tal Quentin Dupieux, que habría sido mejor que se hubiera estado quietecito.
Y el día acabó.
Y entonces llegó el sábado, sin nada que hacer en especial. Menudo plan se me avecina este año… día tras día sin nada que hacer.
Siete y cuarto, salté de la cama, sin caerme ni nada.
Primero café y estudio. Me gusta mucho tomarme un café junto al ventanal y frente al ordenador viendo amanecer. Escribí, no me acuerdo qué.
A las nueve desayuné y después me fui a pasear por la senda del río, pero sin Mi Charlie. Terminé de oír en audible el relato de una masacre en una universidad estadounidense, en el estado de Virginia (22 muertos), titulado La masacre de Virginia Tech, de Juan Gómez Jurado, que convierte la tragedia en un prodigio de intriga y tensión con un tempo absorbente y admirablemente descrito, con precisión y sutileza psicológica en la descripción del asesino, con gravísimos problemas mentales.
Luego dudé mucho con qué obra seguir (todavía no lo tengo claro), tengo demasiadas en lista de espera. Por la senda fluvial suelo saludar como buen y empático ciudadano a las gentes con las que me cruzo. Hoy no, estoy cansado de tanta aburrida urbanidad. Además, no me caen bien.
Una vez que he vuelto 11:30, al estudio. Escribí la entrada de ayer. Después comí lo mismo de ayer y anteayer ¡¡¡viva la variedad gastronómica!!!
Breve siesta y lectura de un ensayo que estoy terminando: El laberinto sentimental, de José Antonio  Marina, mi confuso paisano, que a veces se pone lúcido e interesante. Para terminar mi hora de sesteo oí en audible un relato corto de Luis Sepúlveda: Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud (breve relato en formato fábula, más o menos) de tan solo una hora de duración.
Luego estudio, momento en el que escribo esta entrada.
El resto de la tarde noche: cenaré a las ocho, mientras veo un western; luego partido de fútbol fácil del Madrid; y a continuación saldré a tomar una copa rápida (hace casi un mes que no salgo) para comprobar que el mundo sigue careciendo de interés para mí y que mejor estoy en mi casa, solo, sin ver ni hablar con nadie. Según Marina, con ese patrón de actuación vital yo tendría que ser un tipo profundamente frustrado, y tendría razón. Sí, la tiene, pero sin sufrir. Ya no sufro, creo. A lo mejor es que he incorporado la depresión a mi estado de ánimo habitual y creo que es lo normal.
Supongo que quiero decir que la depresión es adaptativa, luego incorporable a los fluidos vitales.
Curiosamente, unas horas después de haber escrito lo anterior, leyendo El laberinto sentimental, de Jose Antonio Marina, me encontré con una cita de Erich Fromm, asumida por el propio Marina:  “…lo contrario de la felicidad no es el dolor, sino la depresión”.
No sé ahora a qué dolor se refiere Fromm, pero no creo que haya nada peor que el dolor, en cualquiera de las expresiones posibles (físicas o anímicas). Mantengo entonces lo dicho.
La Fotografía: Pato almizclado o mudo, debido a que esta especie de pájaro no emite sonidos. Pueden emitir alguno leve, parecido a un bisbiseo. El jodido pajarraco no dijo ni pío, a pesar de mi proximidad (yo tampoco). No se enfadó. Me gustan los seres silenciosos o como mucho susurrantes (la foto la hice esta misma mañana, al final del paseo). Parafraseando a J.M. Coetzee «¿Qué sería del arte de la ficción (fotografía), si no existiera el doble sentido?» Apenas nada. El paréntesis es mío.

Pepe Fuentes ·