LOS DÍAS 5
Me echaré una novia motera…
Domingo, siete de enero de 2024
Hoy tendría que ser día laborable, pues no, porque es domingo. Las asechanzas del calendario, a veces en plan mal y otras en plan bien. Pero, ¿a mí qué más me da? Exactamente igual, por supuesto. Pero, los días festivos, a estas alturas de mi vida, me gustan bastante menos.
Ahora, en este tiempo de continuidad recta y plana, ya solo me pregunto: ¿qué no haré hoy? Bueno, la verdad es que esa pregunta es imposible e idiota, luego no, no me la hago. La qué sí me hago es la natural ¿qué haré hoy? No me contesto porque no se me ocurre nada qué hacer. También podría preguntarme ¿hablaré hoy con alguien? La respuesta suele ser que no; aunque hoy será con mi hijo (hablamos una vez a la semana, y siempre toca en sábado o domingo).
Hace frío, maldita sea.
Anoche, como prometí, salí a tomar una copa. Busqué con la mirada en el entorno a alguien en quien inventarme un deseo, a ser posible lúbrico. No lo conseguí, ni de lejos. Volví a mi casa cuarenta y cinco minutos después. Hacía frío.
Por qué me parece todo el mundo tan ridículo? Y feo. Tal vez porque cuando salgo solo lo hago para mirarme en mi propio espejo. Probablemente, no lo sé.
Mientras tomaba mi copa mirando al vacío, me pregunté: ¿te gustaría que ahora se acercara a ti una mujer deseable para invitarte a algo? Me contesté, sin sombra de duda que no. No sabría que hablar o hacer con ella. No corría ningún riesgo porque esa mujer había decidido no acudir al lugar de encuentro. Mejor cada uno a lo suyo.
Ahora, todavía es de noche y sigue haciendo frío. Dentro de una hora desayunaré y luego ya veré.
Hace tan solo tres meses hablaba a diario con una amiga que tuve a lo largo de algo más de un año, Carmen. Ella vive en otra ciudad y ha sido la única mujer, junto con otra, llamada Carol, que he conocido a través de las páginas de contactos para ligar. No he ligado nada a lo largo de algo más de dos años, en esos sitios malditos. Bueno, también ha existido la “loca”, de la que hable hace unos días, pero esa no cuenta.
Por qué digo malditos, porque no se puede esperar nada de ellos: porque es como entrar en un invernadero de plantas peligrosas donde el ambiente es húmedo e insano. Dentro no hay mujeres, solo plantas enfermas o carnívoras.
Carmen decidió dejar de hablar conmigo y un buen día desapareció, se perdió. Yo no salí en intrépida expedición a buscarla. Me daba igual. Con Carol fui yo el que decidí desaparecer. Era una mujer que no me convenía. La razón? Ninguna en especial, no me convenía y punto.
Creo que la mujer que más me interesa ahora es mi peluquera porque me sonríe mientras me afeita la cabeza y a veces hasta me habla de su vida y de Rumanía; ella es de allí. También me sonríe mi vecina, la del perrito, y hasta hablamos cuando nos vemos y hasta paseamos, pero de bares no vamos. El caso es que no es joven como mi peluquera, y a mí las mujeres muy adultas no me interesan (salvo que tengan moto); bastante tengo conmigo.
Tengo tan olvidadas las experiencias sexuales que ya ni me sirven para alimentar sueños onanistas. Menudo plan…
Creo que lo voy a dejar por ahora y tan solo son las ocho y veinte. Bajaré a desayunar.
La Fotografía: Esta mujer, en una página de contactos, dice que tiene 60 años; que es catalana (circunstancia mejorable, sin duda); que es atrevida, romántica y espontánea. Que busca Novio y que tiene Moto. También que busca una relación a largo plazo, cuando dicen eso y muchas lo hacen, no sé si refieren a que van a esperar un rato para dar el “sí”, o que quieren que dure mucho. Ninguna de las dos cosas me interesa.
No obstante, esta opción ya es otra cosa; a mí, una novia así me interesa, por supuesto, porque es aventurera, divertida y podríamos hacer largas excursiones por montañas y desiertos subidos en la misma moto los dos.