LOS DÍAS 12
Una maravillosa experiencia onírica…
Jueves, veinticinco de enero de 2024
Hoy, en una clínica de la ciudad, me han realizado una endoscopia digestiva alta. La he pedido como consecuencia de mi hipocondría y mi firme voluntad de no morir todavía. Aunque a veces me pregunto ¿y por qué no? Me contesto: no pasaría nada, total ahora que ya no ríes y nada de todo lo demás, lo de tener que vivir a diario es un coñazo. Además, pides que te duerman para el tránsito, que debe ser lo más chungo del evento, y ya está.
Llegué acompañado por Naty a las diez de la mañana. No estaba asustado porque me sedarían (morir dulcemente durante un ratito).
Con mi cuerpo pueden hacer casi lo que quieran si ni me entero ni me duele.
Todo empezó muy bien porque uno de los operarios de la cosa, me preguntó qué edad tenía, se lo dije y se asombró y pareció que de verdad, diciéndome que no lo aparentaba ni mucho menos. Me dije: -este será mi médico para siempre-
Durante el sueño inducido tuve ensoñaciones muy bonitas, como siempre que me anestesian en un quirófano, y no es eso solo lo bueno, sino que al despertarme me siento eufórico (para mí que lo que hacen es drogarme, y si es así no me importaría reconvertirme en drogadicto). En el colmo de la euforia sobrevenida, al despertarme por poco me declaro a Naty. Fue la leche de bueno todo. Por si fuera poco, el resultado de lo que vieron por dentro fue estupendo, como si la cámara de visionado hubiera realizado un plano secuencia por el paraíso que debe ser mi aparato digestivo. Muy bien todo.
Después, Naty y yo, desayunamos y nos acercamos a ver una exposición de cerámicas para nuestra fachada, también de buen rollo (nosotros siempre lo estamos). Elegimos dos muy bonitas pero como no tenemos quién las coloque, pues nada, como si solo hubiéramos ido a bromear un rato con la comercial del establecimiento, que era muy alta y muy simpática. Pero todo bien, quizá todavía debía estar bajo los efectos del narcótico ¡¡¡cómo molan las drogas!!! Yo, drogado no querría morirme nunca; solo querría más y más drogas. Creo que me duró el buen rollo todo el día.
Por la tarde, a las siete, vino a verme mi buen amigo Luis. Estuvimos tres horas juntos, tomamos unas cervezas y charlamos animadamente sobre cuestiones existenciales, que tanto nos gustan a los dos.
Llegamos a algunas conclusiones interesantes, como por ejemplo que las historias de amor total, no son verdad, tan solo sugestiones y coartadas para engañar a lo malo (el silencio, la soledad y la abstinencia), y menos a nuestra provecta edad, pero que se puede llegar a situaciones risueñas, gratificantes y divertidas, en nuestro caso con mujeres, sin necesidad de aspirar a agónicas experiencias trascendentes; sí, y mientras vivimos esa broma pasarlo bien, que en definitiva es de lo que se trata, sin necesidad de tener que recurrir a las drogas como me estaba pasando a mí todo el día.
Luis y yo quedamos emplazados para salir un día por ahí, de copas, a hacernos visibles en el mundo festivo, a ver si encontramos alguna mujer para mí (él está felizmente casado), con la que llegar a algún descomprometido acuerdo para ir de fiesta o de enajenante pero pasajero amor fou. No sé si lo haremos.
Nos reímos un poco de todo y después se fue.
Cené, vi un capítulo de una serie, como todas, de mucha acción e intriga y mujeres estupendas. Por si fuera poca la inocua distracción, todas acaban bien: los malos encarcelados o muertos y los buenos triunfantes y enamorados.
Me acosté, pero el sueño de la noche no fue ni mucho menos tan bueno como el de la mañana. Es más, cuando me iba del quirófano le dije a la enfermera que me asistió en el trance ¿puedo volver otro día? Ella se rio como si fuera una broma, pero de broma nada, lo dije absolutamente en serio.
La Fotografía: Así me veía yo en el breve sueño inducido por la buena gente vestida de verde, flotando en una nube amorosa y sensual.