LOS DÍAS 18
Hoy, sobre el desierto: caídas y resurrecciones imposibles sostenidas por la belleza, lo único que salva…
Martes, seis de febrero de dos mil veinticuatro
Ayer mismo hablaba de un libro con el que estaba gozando por su gracejo y donaire optimista y hasta divertido; y hoy lo he terminado. A medida que el autor, Ángel Martín, a partir de un destilado de una experiencia del dolor que se le vino encima inesperadamente, se acercaba al final iba aumentando la frecuencia y volumen de su grito y celebración del hecho de vivir; hasta convertirse en un manifiesto de un optimismo brutal:
“…Hay relaciones que si las transformas a tiempo pueden salir bien; que hay personas que se quedarán sujetándote cuando no puedas más; que puedes construirte de forma consciente prestando atención a lo que necesitas realmente; qué hay trabajos que pueden llenarte más de lo que pensabas; que a veces te llegan caricias que no te esperabas; que no puedes controlarlo todo pero no siempre eso es malo (…) que la culpa puede convertirse en piel pero con luz y calor se despega; y que si nunca te olvidas de ti todo saldrá bien; quieres saber en qué consiste vivir: vive esa es la única clave…”Ángel Martín (Detrás del ruido)
Me sentí extraño leyendo (quiero decir oyendo), reflexiones como esta; pero lo hice y además lo disfruté porque Ángel me cayó bien, su estilo y la autenticidad de lo que decía (él mismo locuta el libro), tanto que en los últimos minutos, en los que se derrama emotivamente, lagrimea y eso me pareció digno de la mayor consideración. Se trata de una epifanía digna del mayor elogio y absolutamente recomendable porque es inteligente sin pretenderlo, desde la sinceridad y el dolor dejado atrás. Sí, porque ese hombre tiene la lucidez de ser capaz de reinventarse creíblemente.
Yo no sabría hacerlo.
A poco que se mire un poco hacía atrás, en innumerables testimonios literarios o artísticos podemos encontrar señas y huellas de ese sentir y necesidad que es propio y eterno del ser humano, por ejemplo en Cervantes (ahora leo El Quijote, otra vez): “La esperanza del Fénix puede abrirse camino a través de los cielos del desierto y desafiar el despecho de la fortuna; resucita de tus cenizas y levántate”. Miguel de Cervantes
En la frase introductoria, esta vez mía, menciono el desierto (perfecta metáfora de lo que me sugiere la vida); y de la belleza (uno de los pocos recursos para alcanzar lo sublime en soledad); por eso hoy, que proclamo que no quiero terminar todavía, aunque ya todo consista en caminar por tierras despobladas, me consuelo pensando que al menos en ese silencio por el que avanzo habrá belleza, siempre la hay en los desiertos. Ahora, es lo único que me puede salvar, buscar la belleza cada segundo de mis días.
“El verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar escenas extraordinarias en medio de un desierto vacío…”. Salvador Dalí
La Fotografía: “En el desierto, uno se vuelve otro: el que conoce el peso del cielo y de la tierra; el que ha aprendido a contar con su propia soledad. Lejos de excluirnos, el desierto nos abriga…”. Edmond Jabés