DIARIO ÍNTIMO 92
“Hoy es mañana y es ayer”. Jorge Luis Borges
Miércoles, catorce de febrero de 2023
Sigo un día más a solas, en mi intimidad, que deseo que sea un estado en constante y dinámico movimiento. Pero que va, enseguida me aburro porque tanteo las paredes que me circundan y la memoria me dice que son las mismas de ayer, con los mismos grafitis y las mismas hendiduras y raspaduras en las paredes que cuentan lo ya sabido. Tan solo hay algo de cambio en el calendario dibujado en la pared: los días pasados los tacho (diario), son el ayer borgiano; y el mañana, todavía sin tachar (no están escritos). Por lo demás, todo sigue igual. El mañana y el ayer unidos por la misma estéril epifanía y la misma semiderruida y húmeda pared.
Ahora, temprano, lo único que cambia es la música de fondo, que apenas escucho aunque oiga, porque estoy escribiendo: desde ayer he sintonizado en Radio Clásica, un monográfico sobre Gustav Mahler (varios programas de una hora de duración), un creador de música majestuosa, abrumadora en su grandiosa belleza. En cada una de sus sinfonías y otras composiciones, como La canción de la tierra, por ejemplo, alcanza lo sublime e inaprensible. Buscó a Dios y al Amor a través y a lo largo de toda su música; pero al final se lo llevó por delante una vulgar cardiopatía, y antes, sufrió la deslealtad de su mujer, Alma (se cruzó el arquitecto Gropius). Las vidas, en demasiadas ocasiones se parecen mucho a otras vidas y a un odioso sarcasmo, infinitamente repetido.
A pesar de todo, menos mal que los seres humanos contamos con el arte, y con la música, el más excelso y puro de todos.
Vuelvo a la tierra y al polvo intoxicante de mi cotidianidad: ayer, como todos, con la variante de que tuvimos visita, nuestro amigo Ángel que vino con la consabida pizza de los días de partido que tanto apasiona a Mi Charlie. A Ángel, de mis amigos, es al único que tolera porque le trae pizza, porque si no, tampoco.
El partido lo ganaron los nuestros, lo que estuvo muy bien y nos causó alegría. Nuestra conversación giró en torno a cuestiones de nuestro interés, que no fueron otra cosa que desplegar las últimas novedades vivenciales; especialmente en su caso, dado que ha tomado una decisión importante. No supimos cuánto durará pero por el momento es firme.
En estos días noto que soy demasiado complaciente con el estado de cosas que rodean mi vida, o dicho de otro modo, mantengo una actitud mansa colmada de indulgencia hacia lo que no me causa especial satisfacción o directamente contrariedad. Así me desdibujo ante el mundo exterior y ante mí mismo.
Me obligaré a ser más exigente con todo: personas (especialmente); lecturas; ocupaciones; comidas; actividades cotidianas… Ya está bien de vida desidiosa.
La Fotografía: Ayer profeticé que la foto de hoy sería de un pedregal o un desierto, pues han tocado ambas cosas. Es fácil hacer predicciones cuando todos los componentes para una cosa u otra los controlas, los tienes en tu propia mano. Y sorpresas no habrá, eso es lo único seguro. ¿Vale la pena la vida desprovista de azar? Creo que no. Lo malo es que, al menos en mi caso, el azar lo deben aportar los demás y estos mantienen un recalcitrante y frustrante absentismo.