LOS DÍAS 19
“Hablemos solamente de las cosas que nos gustan”. François Truffaut
Sábado, diecisiete de febrero de dos mil veinticuatro
¡¡¡Bien!!! He llegado a un nuevo sábado en mi vida.
Ayer, viernes, fui a que me rapara la cabeza mi peluquera con la que poco a poco voy creando proximidades. Ayer me habló de su piso y de que es pequeño. También de su única hija, muy niña todavía. Lo mismo nos hacemos amigos.
Por la noche vi una buena película: El superviviente de Auschwitz (2023), de Barry Levinson. Puro cine clásico que maneja sabiamente los distintos tempos vivenciales y sentimentales del protagonista y de todos los que le acompañan a lo largo de más de veinte años: excelentemente ambientada, tanto la vida en el campo de Auschwitz, como en Estados Unidos, en la época de la postguerra. Soberbios los intérpretes, intimista y vibrante la historia, al más puro estilo Hollywoodiense. A veces, el cine y series que veo en televisión me dan un respiro y me dejan descansar un rato de tanta bazofia como emiten.
Vuelvo al sábado: está amaneciendo, dentro de un rato desayunaré y me iré al campo con Mi Charlie. A media mañana entregaré a mi perrito a su también dueña; comeré y poco después, me iré a Madrid. Este sábado me toca.
A media tarde del viernes pretendí reservar una entrada para el Reina, pensé que como damnificado por edad solo tendría que llegar y pasar (gratis); pero que va, resulta que el museo ya se había llenado. Me descuidé en reservar una plaza. Apurado me dediqué a buscar otra ocupación y compré entrada (esta vez no era gratis, aunque sí con rebaja), para ver Las Colecciones Reales, en un edificio aledaño al Palacio Real. Luego iré al teatro Valle Inclán, a las ocho, a ver y escuchar Así hablábamos (ya contaré qué tal).
Luego, en torno a las diez, volveré a mi ciudad, a deambular un rato por algún bar, pero sin hablar con nadie, a pesar de que venga estimulado por la obra de teatro en la que el trasunto consiste en hablar unos con otros como leitmotiv supremo del hecho de vivir. Superior a cualquier otra experiencia, al parecer y según dicen los autores: La tristura, “…Y toda vez que el individuo se define por su situación, aspira al poder de crear situaciones dignas de su deseo. Es bajo esa perspectiva que debe fundirse y realizarse la poesía.” Eso dicen esos muchachos, de nombre equívoco, pero poético. Ya veremos.
La Fotografía: Estos hombres creados por Juan Muñoz (son chinos, o al menos lo parecen) hablan en la plaza pública. No sé lo que pueden estar diciéndose, pero tengo la impresión que hablan desde su vacío y realmente no dicen ni escuchan nada que no sepan. Llega un momento en que lo sabemos todo pero nada entendemos. Tal vez no haya solución para ellos ni para nadie. Y, claro, para mí tampoco.