LOS MICROVIAJES
A Madrid: Arco y Teatro (4).
Sábado, nueve de marzo de dos mil veinticuatro
… Pensé que lo mejor sería, no solo fotografiar el arte, sino, también a los espectadores, o a ambos.
A la derecha de las personas que aparecen charlando, probablemente de cosas del arte, había una buena fotografía pero no me tomé el interés de acercarme para informarme del nombre del autor. Me gustó mucho la forma tan penetrante y expresiva de fotografiar a un grupo de chicas atrapadas en un cierto embarazo pudoroso, sin más, sencilla y directamente (había siete chicas en la foto, todas parecidas a las dos y un poquito de otra que salen en la mía, en la que no están por exigencias de la composición). Era todo un tratado sociológico, o mejor psicológico, o mejor filosófico; no es lo mismo pero tienen que ver unas cosas y otras. Combinado todo con una excelente técnica fotográfica. El autor, sin duda, era más que estimable.
Llega un momento en la visita a la feria que, o tienes mucha energía y avidez y conocimientos para establecer miles de asociaciones e interrelaciones de estilos y temáticas (a eso se llama cultura), o toda la representación plástica comienza a amalgamarse y empastarse hasta el aturdimiento. Ese es mi caso porque a mí me faltaba de todo: energía, conocimiento del arte en general y contemporáneo en particular, información de la actualidad artística, en fin, de todo carecía, salvo los dichosos 40 € de la entrada, que ya tampoco tenía. Algo es algo, menos mal…
La Fotografía: Las personas que asisten a Arco me parecen gentes apuestas, elegantes, con una especie de pátina que los diferencia y distingue de la gente ordinaria, de los que andamos por cualquier sitio, sin criterio, ni sentido en nuestras puestas en escena. Ellos están a un lado de la vida y del mundo y los demás al otro. Somos la gente corriente que aunque vayamos a Arco, como yo, no estamos a la altura de determinados escenarios. Esta pareja que habla con una galerista me pareció interesante, sobre todo la mujer, que además, era hermosa.