COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 42 y 2
Abrumadora en las formas y tediosa en lo filosófico y literario.
Sábado, nueve de marzo de dos mil veinticuatro
… Blade Runner 2049, (2017), de Denis Villeneuve… Vi la película el jueves por la noche, me resultó larga, mucho, interminable (entre medias cené para desahogarme un poco). Eso es funesto en la experiencia con una obra de creación. Si deseas que acabe de una vez, algo no está funcionado ni en la película ni en mi decisión de verla. Noche fallida.
Las intenciones de las sucesivas adaptaciones de la obra original: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, que han pasado por sucesivos guionistas y adaptadores, por dos realizadores cinematográficos de calidad y nivel genial, como son Ridley Scott y Dennis Villeneuve; actores, compositores musicales y decenas de millones de dólares; si toda esa confluencia de recursos y creatividad se traducen en que yo esté deseando que la película acabe, algo no debe funcionar bien en mi cabeza.
Denis Villeneuve, talentoso, sin duda, realiza películas para gente muy inteligente, entre los que no me encuentro, porque para apurar al máximo el profundo contenido filosófico y poético de sus creaciones es preciso estudiar a priori y posteriori sus intrincadas historias para, una vez que has conseguido adentrarte en el laberíntico guion, darte cuenta que casi nada tiene que ver con el mundo actual (veremos cómo evoluciona la IA) será por eso por lo que el género se llama ciencia ficción, supongo.
Sin embargo, si me ha parecido fascinante y enormemente prometedor para el género humano la creación de seres de apariencia humana a la carta (altamente mejorados en sus acabados). Me refiero a que, una vez asumido lo terriblemente difícil que es para los humanos entendernos entre nosotros, si dispusiéramos de un replicante de uso personalizado con el que cubriéramos nuestras necesidades perentorias, sobre todo en lo que se refiere a compañía, sexo, amor, escucha, entrega incondicional a nuestra causa, es decir, procurar nuestra felicidad, quién querría cerca a alguien que no fuera ese ser (o como quiera que se llamara). Yo no, desde luego. Supondría el paso definitivo del verdadero progreso de la humanidad: prescindir de los propios humanos. Tal vez quedaría, como problema residual, lo de la reproductibilidad del género, pero seguro que se encontraría alguna solución para eso, no sé, viveros tal vez, como los de las plantas pero de humanos (en la película abren la posibilidad de que los replicantes se reproduzcan, pero eso queda confuso, hay que trabajarlo más). Por qué digo esto que parece una boutade (puede que no tanto); pues porque si parto de la película de Villeneuve, o de la historia de Philip K. Dick, parece posible y deseable. En Blade Runner 2049, la mujer del protagonista, además de ser una bella mujer, era cariñosa, simpática, adaptable y excitante. O las prostitutas, sílfides de arrebatadora belleza erótica. Me encantaron las amplias e infinitas perspectivas que sugería la película. Lástima que la vida no me dé hasta mediados de siglo y más allá y así vivir en un mundo de ciencia ficción posible pero por el momento inalcanzable.
Vuelvo a la película desde la realidad de la noche del jueves en la que algo no funcionó: no sé si me cabeza, mi capacidad de concentración, o también el propio Villeneuve porque carece absolutamente de sentido del humor. En las cuatro películas que vi el mes pasado, en ningún momento esbocé ni una media sonrisa. Este hombre es hierático como una estatua marmórea. Luego abocado y condenado a ser aburrido.
La Fotografía: Un fotograma de la película, bello, desde luego que sí. Me gustaría vivir en un mundo con esas coordenadas estéticas.