DIARIO DE LA NADA 8.1
“Hay dos cosas importantes en la vida; una es el sexo, y la otra se me ha olvidado”. Woody Allen
Miércoles, veintidós de mayo de dos mil veinticuatro
Si hago caso al divino Woody, y yo lo hago sin reservas, no tengo más remedio que constatar, dado que el sexo no existe en mi vida, que soy un personaje secundario y prescindible. Nada mejoro con el disimulo y la excusa, ni siquiera tranquilidad de conciencia y paz espiritual; tan solo capacidad de resignación y sufrimiento que no creo que me sirva de nada, ni siquiera para llegar al cielo por un atajo.
Durante cinco días de abril (del 7 al 11), conté en el diario una experiencia que viví en esos días y que resultó fallida, costosa y aburrida (material de derribo vivencial).
Nadie se acuerda de aquello, y yo tampoco.
El asuntillo consistió en asistir a una cena con desconocidos de ambos sexos; al parecer el planteamiento era socializar, pero no ligar necesariamente (o sí), en realidad en el ánimo de todo el mundo, hasta de los promotores por mucho que lo negaran, era que las personas liguen unas con otras (sin ligues no hay negocio).
Por supuesto que todo consiste en ligar (follar, también eso o sobre todo eso), no vamos a perder el tiempo ahora, tan tarde ya, con eufemismos y tonterías.
Teóricamente todos éramos heterosexuales. Me pregunto: ¿habrá cenas de este tipo entre homosexuales y lesbianas? No me contesto porque esa variante social me importa una mierda.
Ligar en aquella cena fue radicalmente imposible. La culpa, de las mujeres por ser como eran. Sin embargo, los hombres éramos perfectos para ese fin (salvo yo, tal vez, porque era el más viejo).
Se me olvidó rápidamente la experiencia por insustancial; pero, amigos, no sé por qué, ahora, tan aburrido como siempre, y dado que la suscripción se extinguirá dentro de menos de un mes (ya me he dado de baja), me he dicho, acércate una última vez para constatar sin género de duda que algo así no puede funcionar nunca, sobre todo, porque empíricamente si no hay una comparación rigurosa con algo de la misma naturaleza se reduce drásticamente la credibilidad de cualquier diagnóstico, o dicho de otro modo y para este caso: si A, no funcionó; pruebo con B, y si tampoco funciona, ya no existe margen de duda y me puedo olvidar del cuento para siempre (estoy en era finalista de todo).
Ayer, a las siete de la tarde me enviaron información sobre el número de asistentes (seremos seis, teóricamente); y hoy, a las nueve me han dicho el restaurante, que será: Romea Pasta Fresca, en Madrid.
Allí estaré, si me acuerdo de ir (espero que sí).
Suspendo la noticia hasta mañana que ya sabré como se construyó el fracaso…
La Fotografía: Yo mismo, con el espíritu exaltado e inconsciente de un bebé, pero con la decrepitud y deterioro del viejo que soy, asistiendo a la dichosa cena.