21 JUNIO 2024

© pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Fecha de diario
2024-06-21
Referencia
10415

CENA RARA 3.3
“El que desea y no actúa engendra la peste”. William Blake
Jueves, seis de junio de dos mil veinticuatro

…Una vez salvado el malentendido y elegidos los platos comenzamos a cenar mientras seguíamos charlando animadamente. Yo procuraba hacerme notar, pero no solo ante los demás sino, especialmente, ante la mujer Diez que tenía enfrente (miraba alternativamente sus ojos claros e intensos y su escote, promesa de tesoros de infinito placer que, por supuesto, no me estaban reservados, por lo que tuve que conformarme con mirar.
Creé algunas polémicas adrede, estratégicamente, para que no se produjera la típica situación anodina y autocomplaciente: todos ocultos detrás de la apariencia, frases hechas y dejando que el tiempo se nos escapara entre las convenciones, por otro lado, lógicas dado que jamás nos habíamos visto. Eso sí, todo bajo el valor común de una defensa a ultranza de una normalidad defensiva y agresiva y todo al mismo tiempo. Odio las situaciones en las que las gentes se parapetan en actitudes convencionales y hacen de ello dogma de fe (debe ser miedo a los demás, o a sí mismos).
Los asistentes a esas cenas somos anormales que jugamos a ser normales, y viceversa. O tal vez normales en una situación anormal. Como dijo Diderot: Todos quieren tener amigos y nadie quiere serlo”.  
Yo, no sé muy bien a lo que juego en esos eventos, depende de la cena; en este caso, dado que durante todo el tiempo me sentí locamente enamorado de la mujer Diez, me dediqué a intentar ser anormal (eso me cuesta poco, la verdad), para llamar la atención de ella, con poco éxito, por cierto.
Me lo estaba pasando bien, desde luego que sí. No hay nada como soñar que te has enamorado porque bajo ese influjo los colores son más luminosos, el tiempo y la edad no existen, la euforia se apropia del estado de ánimo y sientes que eres omnipotente. Todo te hace gracia y cosquillas. Muy bonito todo, de verdad.
A lo largo de la cena fui haciendo explotar bombas polémicas que sabía que me colocarían en el centro de atención de la mujer Diez, lo único que me interesaba. En un momento dado dije que llevaba un año sin tocar a una mujer, lo que era cierto, pero lo que no dije porque no me interesaba es que por el último tocamiento tuve que pagar.
Objetivo cumplido, se agitó la mesa a propósito de la necesidad de tener sexo o no. Esos alborotos pseudo sociológicos o psicológicos me interesaban, aunque no conseguí nada de nada, porque la mujer Diez se limitaba a decir que ahora no necesitaba a nadie en su vida. Ah, y a pasar de mí, lo que era mucho peor todavía.
Menuda situación, mi plan no funcionaba en absoluto…
La Fotografía: Sigo con Vírgenes, esta vez del Retablo de San Benito el Real, de Alonso de Berruguete, fotografiada en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Su expresión es de una inmensa tristeza, dramática, y eso me hace preguntarme si el hecho de creer en las naturalezas divinas nos lleva a los humanos a verlo todo bajo el estigma de la pena infinita. La mujer casada sentada a mi izquierda era alegre y vital y que estuviera comprometida con su matrimonio era lo de menos. Ella era capaz de buscar alternativas vitales a su circunstancia y, al fin y al cabo, asistir a una cena con desconocidos era absolutamente inocente, como cenar a mi lado, situación que, sin ser importante, al menos era inédita en la vida de ambos. Nos prestamos atención y eso estuvo bien.

Pepe Fuentes ·