LOS DÍAS 38
“Somos nuestra memoria,
somos ese quimérico museo de formas inconstantes,
ese montón de espejos rotos”. Jorge Luis Borges
Miércoles, diecinueve de junio de dos mil veinticuatro
El lunes pasado, después de volver de mi paseo diario con Mi Charlie, a las once menos cuarto, recibí un correo absolutamente sorprendente, inesperado y grato. Me causó alegría recibirlo. Sí, son de esos hechos que piensas que no sucederán nunca. Solo puedes imaginarlos.
El correo me lo remitía una mujer que fue amiga hace nada menos que treinta y cuatro años, y lo fue durante cuatro, al menos. Esta amistad afectuosa y sostenida se forjó en nuestra empresa, en el departamento de recursos humanos de un banco, donde ambos trabajábamos, en Madrid. Cuando yo me fui de allí, en enero de mil novecientos noventa y cinco, para volver a mi ciudad, a lo largo de los dos años siguientes seguimos en contacto, en menor medida y con una relación que se desenfocaba incesantemente. Luego, a lo largo de veintiocho años, silencio absoluto entre nosotros. Nada hemos sabido más allá de la suposición y noticias muy difusas a través de terceras personas.
En ningún momento a lo largo de este tiempo he pensado que volveríamos a saber el uno del otro. Sin embargo, no ha sido así por la llegada del correo de hoy. Ella, se tropezó con este diario y en mi web existe un enlace a la dirección de correo.
Contesté a mi amiga con ilusión, por supuesto, y eso propició que cruzáramos unos mensajes que nos han llevado a que hoy nos emplacemos para hablar telefónicamente.
Estoy expectante porque tengo un enorme interés por saber cómo ha sido su vida a lo largo de tantos años, si ha estado bien, si su vida ha sido bien vivida y de cómo afronta esta época que seguramente será complicada (o no). Cumplir años lo complica todo, aunque todo vaya bien. Bueno, a mí por lo menos sí, porque, de un tiempo a esta parte, las crisis han florecido como la vegetación asilvestrada en primavera (foto).
Continuaré escribiendo dentro de un rato, cuando pueda contar algo de mis sensaciones en la conversación que espero tener. Sí, porque no es solo el hecho fundamental del contacto en sí, sino, también, saber cómo se ha desarrollado la vida de ambos en un intervalo de tiempo tan inmenso.
La conversación duró algo más de dos horas (teníamos mucho que contarnos).
La vida de mi amiga ha sido estupenda durante todo este tiempo. Tuvo una hija (eso lo sabía), que ahora ya está felizmente independizada. Ella sigue con su marido en una relación llena y de largo aliento. Su vida profesional quedó atrás hace tres años y ahora se realiza con múltiples actividades culturales y sociales. Es una mujer moderna y activa, siempre propositiva y con recursos a la hora de relacionarse socialmente. Claro, ella a mí no me encontró con la misma disposición y siempre al borde del desequilibrio. Soy un funambulista (eso le he dicho a mi amiga, pero no sé si se lo ha creído). Avanzo por la vida a trompicones (este diario lo atestigua).
Mi amiga Mariola y yo seguiremos en contacto frecuente, al menos telefónicamente, independientemente de que antes o después nos veamos personalmente.
Este reencuentro, para mí, hoy, ha sido una gran experiencia.
La Fotografía: Alegoría primaveral de lo bellamente inesperado.