DIARIO DE VIAJE: al Norte.
“La frase predilecta de H.: «Lo que más me gusta de mí mismo es mi abulia». Peter Handke (El peso del mundo).
Sexto día, viernes, veintiséis de abril de dos mil veinticuatro (3)
… A las cuatro y media de la tarde, diluviando, en Gijón, no tenía ni puñetera idea de qué hacer. ¿Qué hice? Lo único sensato al alcance de mi estado de ánimo: -visitar el acuario que tiene la ciudad-. Probablemente, había muchas cosas que ver y hacer, pero a mí es lo único que se me ocurrió. Me encantan los zoos y los acuarios, y no tanto las selvas donde viven los animales (también en las sabanas africanas); y, lo mismo me pasa con los peces, mejor verlos nadar en la penumbra, tranquilos y aburridos. Se mostraban abúlicos e indiferentes, sin conciencia de dónde se encontraban, como si nada fuera con ellos. En realidad, yo era un pez esa tarde y fui a observarme desde el otro lado de la realidad, de mi realidad de pez en un acuario, en Gijón.
Es lo único que hice por la tarde, estar quieto y respirar boqueando.
Cuando salí del acuario mi estado de ánimo seguía húmedo y escurridizo. Seguía lloviendo, así que me fui a buscar el hotel que me tocaba, de los buenos, de los que me regaló Gabriel.
Tomé la habitación, me duché y bajé al bar a tomar algo y ver el partido del Real Madrid. Nada mejor se me ocurría.
La Fotografía: En el acuario. Ellos tranquilos, yo adormecido, dejándome llevar. Todos parecíamos deprimidos, o tan solo neurasténicos. Yo no solo lo parecía: lo estaba. Mis únicos acompañantes solo podían ser los peces a través del cristal de un acuario, en Gijón.
“…Creo en la virtud de la desgana.
Y mirar la vida sin interés,
como quien ve pasar las nubes
tras el cristal de una ventana.
Creo en la virtud de la desgana…”
Rafael Berrio