17 JULIO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Museo de Bellas Artes, Oviedo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 6400
Fecha de diario
2024-07-17
Referencia
10350

DIARIO DE VIAJE: al Norte.
“Tiene suerte, se le ve la soledad”. Peter Handke
Séptimo día, sábado, veintisiete de abril de dos mil veinticuatro (2)

… Al Museo de Bellas Artes de Oviedo entré con verdaderas ganas de ver todo lo que contenía; me encontré, inesperadamente, con una exposición antológica de un artista-pintor nacido en Oviedo, en 1900 (murió en París, en 1973).
No conocía a ese artista y fue una gratísima sorpresa encontrarme con ese hallazgo que tomaba cuerpo y realidad donde antes no había nada. Es uno de los propósitos y sentido de los viajes.
La exposición, la más ambiciosa de las realizadas hasta ahora sobre el artista, según decían los del Museo, reunía más de 145 obras procedentes de colecciones nacionales e internacionales. El descubrimiento era especialmente prometedor, sobre todo porque Fernández vivió y creó a lo largo del periodo que más me puede interesar del que podría llamarse arte contemporáneo, o tal vez sería más propio definirlo como moderno.
Fue un artista precoz y de clara vocación, porque ya en 1912 se matriculó en la Escuela de Bellas Artes, en Barcelona. En 1924 se trasladó a París, donde frecuentó amistad con Fernand Léger, Piet Mondrian, Joaquín Torres-García, Michel Seuphor, Jean Arp, Joan Miró, André Breton y Paul Éluard, entre otros. Pero, indudablemente, quien más le inspiró fue Pablo Picasso, del que también fue amigo. En la exposición pude ver numerosas obras de fuerte ascendiente picassiano, es más, Fernández las denominó como picassismo y abarcaban todas las épocas por las que había pasado el propio Picasso, especialmente las de clara influencia española (corridas de toros, la guerra…). Curiosamente, ambos artistas murieron el mismo año.
Fernández, paso por las vanguardias de principios de siglo, luego, a lo largo del tiempo, vivió y creó en sintonía con el arte plástico del siglo XX (hasta su muerte, ya que estuvo activo hasta el último día de su vida). Nunca dejó de evolucionar con una visión y mirada propia, siguiendo una trayectoria de gran coherencia y profundidad.
Es especialmente intensa la muestra de lo que produjo en los tres últimos años de su vida.
“En esta obra final se sublima el anhelo de creatividad, concentración expresiva, espiritualidad, búsqueda de la belleza y perfección formal y conceptual que animó su trabajo a lo largo de toda su vida…” (texto recogido en alguna parte, pero que ahora no recuerdo dónde).
Disfruté mucho de la obra de Fernández, que se cerraba con un documental rodado en el domicilio del pintor.
Mi experiencia en el Museo de Bellas Artes de Oviedo fue un perfecto colofón para mi viaje, y no solo por la muestra de Fernández, sino por la numerosa obra de interés que reunía. Visita feliz.
Salí del Museo poco después de la una del mediodía, tomé un café, recogí el coche aparcado en un parking público con la firme determinación de llegar a mi casa no muy tarde. Comí en un restaurante de carretera, cerca de Benavente, un revuelto de jamón y pimientos, grasiento, claro. El navegador me informó que llegaría a Toledo en torno a las 19:30, y como es lo mejor que hace, acertó. Me acerqué al supermercado porque sabía que tenía el frigorífico vacío. El día siguiente recogería a Mi Charlie.
La Fotografía: Yo mismo como replicante visitando el Museo de Bellas Artes de Oviedo, con obras de Luis Fernández al fondo. Me gustan esos juegos de encarnaciones desdobladas de personalidad imaginaria que solo realizo en muestras de arte, especialmente museos. Suelo practicarlo con personas que como a mí, se nos ve la soledad.

Pepe Fuentes ·