24 JULIO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Gijón (Asturias)
Soporte de imagen
-DIGITAL 2500
Fecha de diario
2024-07-24
Referencia
10451

LOS DÍAS 41
“Mi incapacidad de pedir ayuda: una forma también de frialdad e indiferencia”. Peter Handke
Lunes, veintidós de julio de dos mil veinticuatro

Ayer, domingo, a las siete y media de la mañana salí a caminar con Mi Charlie, a la senda del río, en las afueras de la ciudad, lado este.
Fui oyendo, casi todo el tiempo (hora y media) el Timeo, de Platón. Y sí, más de trescientos años antes del punto de partida de la era actual, los filósofos socráticos ya tenían muy elaborada una teoría sobre la creación del mundo conocido de entonces y señalaban a un demiurgo o dios como creador supremo de lo visible e invisible. Los judeocristianos no superaron la complejidad de las teorías de los platónicos; porque se limitaron a crear un cuentecito algo ridículo, por cierto, a pesar de sus proyecciones simbólicas que, por lo menos, son de agradecer. Naturalmente fue un plagio.
Me fijo mucho en la gente con la que me cruzo en la senda, o que me adelanta, algunos en bicicleta (todos andan más deprisa, hasta los más viejos que yo). Eso no me importa, yo llevo mi ritmo, que ni es ritmo ni es nada, solo camino despacio.
Pero, sobre todo, en quien me fijo más, es en las mujeres (siguen gustándome, aunque ya no las ame). Ninguna me agrada. Algún día contaré el número de mujeres con las que me cruzo y que no me gustan (excluyendo las jóvenes y estupendas por razón de edad). Ayer, puede que me cruzara con veinte, solas o acompañadas. Solo me llamaron la atención dos, porque sus cuerpos se mantenían firmes (todavía no se habían desbordado), y sin ser guapas, tenían un cierto carácter en sus rasgos. Sobre todo, me gustó una, que debía frisar los cincuenta subidos y que avanzaba sola, con un top y pantalones cortos ajustados. Fibrosa y tersa daba la impresión de que mantenía una exigente disciplina de gimnasio, aunque el ejercicio debía de ponerla de bastante mal humor porque su expresión era dura, angulosa y algo reseca (no había ningún atisbo amable o simpático en su cara), por lo que deduje que su carácter sería complicado e irascible por nada. Ni por lo más remoto le dirigiría la palabra, aunque sí la saludé (con un escueto hola), como hago con casi todo el mundo, salvo con los que no me gustan. Por qué estoy hablando tanto de esta mujer, sencillo, porque era una mujer delgada (condición sine qua non para que se me activen los impulsos libidinales), y porque de algo tengo que escribir cuando no tengo nada de que escribir.
He vuelto a mi casa sin novedad. A las nueve y media he desayunado y me he reclinado en la tumbona de escribir en el portátil que he colocado en mi mesa-patinete, que vale para todo, para comer y trabajar.
Por la tarde, al estudio, el patio es un espacio hostil de altas temperaturas (el toldo solo refresca por la mañana, y hasta las once, luego ya no).
La Fotografía: Hasta las ocho de la tarde, preparé un texto de diario y revelé cuatro fotos (una de un pez amarillo, con expresión burlona, como de monologuista). Si fuera pez y tuviera un carácter relajado (siempre estoy tenso), simpático y divertido, es decir sano y hasta feliz, tal vez me gustaría tener la expresión del pez amarillo (ser pez y amarillo, y todo en uno, debe de ser maravilloso). Nadar sin parar toda la vida y cruzar mares y océanos una y otra vez, exhibiendo una amarillez refulgente. Sería un ser sociable y ocurrente, con una inquebrantable fe en el orden submarino; haría reír a los peces grises, que serían todos los demás (como los que me cruzo en la senda del rio). Sí, sería una buena forma de vivir y haber vivido; o tal vez sería tan solo un sueño. No sé. La eterna cuestión de que cuando solo se es a medias, es que se fantasea con el deseo de ser otro, y si no es amarillo, sí al menos que sea de cualquier otro color, fuerte y excitante, y no gris tirando a negro.

Pepe Fuentes ·