DIARIO ÍNTIMO 100
“sentado enfrente de mi abogado,
decido que, en los tiempos que corren, uno necesita un buen abogado, un asesor fiscal, un mecánico
decente, un médico compasivo y
una esposa fiel, para sobrevivir.
además, uno necesita cierto talento de cosecha propia,
muy pocos amigos, un buen sistema de seguridad
en casa y el don de dormir a pierna suelta por
la noche…
es lo que necesitas como mínimo para arreglártelas y,
como es natural, también debes tener
confianza en evitar una larga enfermedad y/o
la senilidad; en el fondo, sólo puedes
rezar para que el final sea limpio y rápido…”
Charles Bukowski
Sábado, diez de agosto de dos mil veinticuatro
A diferencia de mi poeta preferido (también lo es José María Álvarez), yo no necesito un abogado, y mucho menos un asesor fiscal (no tengo dinero), ni un mecánico (ni decente ni indecente); médico, tan solo para que firme el certificado de defunción; esposa fiel (para qué, antes o después todas devienen en infieles); talento propio, no sé nada de eso; pocos amigos, esos sí, es lo único que tengo, aunque (vete tú a saber cómo acabará ese cuento); seguridad en casa: tengo, y dormir a pierna suelta, tan solo a veces (hoy, por ejemplo, no). No, no voy a rezar (no sé) porque el final sea limpio y rápido, solo lo desearé con todas mis fuerzas y si puedo hacer algo para que así sea, lo haré.
Hoy cumplo años (no diré cuántos porque es insufrible el peso que se siente sobre los hombros y el ánimo con tantos).
Nada hay que celebrar hoy. No, no soy de los que se conforman con esa idiotez de “lo importante es estar bien” ¿bien de qué? de la cabeza, de la próstata, del cáncer que está apostado en la oscuridad esperando su momento de “dar la cara” (antes o después aparece, siempre lo hace). A la mierda con todos esos blandos argumentos ahítos de lástima y babas.
Por mucho que la salud me acompañe, que me acompaña (no me duele nada), a mi edad es imposible estar bien porque nadie puede estarlo una vez que atraviesas el umbral del corredor de la muerte. Gentes de menos edad también lo están, todos los vivos lo estamos (es la gran desdicha de haber nacido), pero como el valor más útil y preciado es la inconsciencia, mientras lo eres, todo es soportable, todo está bien. Y si no, siempre puedes recurrir a rezar a cualquier creencia, que para eso se han inventado.
A mí, de pronto, se me han caído los velos del descuido porque soy viejo y no soy un majadero absoluto. Necesito, deseo, mirar lo que me está reservado, lo que viene hacia mí inconteniblemente y afrontarlo de frente, a cuerpo limpio. Otra cosa no sería digna y no me salvaría de nada.
Amigo Bukowski, que descansas en la gloria de tu grandeza que conquistaste a base de corazón y de rabia, espero verte pronto, si es que me lo merezco.
La Fotografía: Me la hice el otro día, solo, bajo el imperativo que me dije mentalmente: -mira al pajarito-. No me dieron ganas de sonreír porque la foto era muy seria, pensando en un día como hoy.