DIARIO ÍNTIMO 101.1
“Sólo un loco celebra que cumple años”. George Bernard Shaw
Domingo, once de agosto de dos mil veinticuatro
Hace días decidí que reseñaría las horas del día de mi cumpleaños. No sé por qué me propuse semejante idiotez, supongo que, de algún modo, me gusta regodearme en mi espíritu masoquista; o no, y es de reconocimiento a mi ¡serenidad existencial!, o tal vez por mi predilección por el vacío desnudo. Da igual la causa verdadera, simplemente, lo haré. Veamos:
-La noche del nueve al diez fue una pesadilla. No conseguía dormir. Varias horas enteras vistas en plena vigilia.
-A las siete me levanté. Mi Charlie y yo salimos a dar nuestro paseo diario a las siete y media.
-Poco después, recibí el primer mensaje de felicitación, de Mamen, la mujer de mi hermano de cariño. Su marido, mi hermano, me llamó a las nueve, también para lo mismo. Hablamos de todo lo risible y claro la conversación fue larga.
-Después, mi prima preferida, Marisa, que siento como la única porque a los demás, los pocos que recuerdo vagamente, creo que ya se me han olvidado. Sé que hay bastantes más, un número indeterminado de primos de caras difusas que ya no reconocería.
-A lo largo de la mañana he ido recibiendo llamadas y mensajes de la familia real y de la extinta, esta última es la que fue y dejó de serlo (mi primera mujer, mi segunda mujer y toda su familia (todavía se acuerdan de mí).
-A final de mañana (diferencia horaria), la felicitación de mi familia real que es la de mi hijo, su mujer y mis dos nietas. Todos llevan el apellido Fuentes, por lo que esa es mi única y verdadera familia, y solo son cuatro, más mi prima, que también es Fuentes. No hacen falta más.
-En cuanto a los mensajes y llamadas, creo que, si no cuento mal, fueron dieciséis más una (hoy por la mañana), de uno de mis amigos, que ayer se le olvidó.
A las once llevé a Mi Charlie con su otra dueña, Naty, que me felicitó, cómo no (lleva haciéndolo 35 años).
Luego he vuelto a mi casa, ya eran las doce de la mañana…
La Fotografía: Como soy un tipo obsesivo y tengo interiorizado que siempre tengo que estar haciendo algo, entré en el plató a ver si se me ocurría algo que fotografiar. Tomé la cámara, removí algo de atrezo, pero qué va, nada se me ocurrió. Pensé que el hecho de que fuera mi cumpleaños me eximía de toda responsabilidad creativa o no, y que podía permitirme que el día fracasara completamente. O, en definitiva: No hacer nada.