DIARIO DE LA NADA 11
“…los tontos crean su propio
paraíso”.
Charles Bukowski
Jueves, quince de agosto de dos mil veinticuatro
Trabajo para construir mi paraíso donde aspiro a ser mi propio ángel y demonio. Tengo una ventaja en ese difícil propósito: Tonto, lo soy, sin sombra de duda. También cuento con lo más importante, el espíritu creativo (léase lo que antes no existía y después sí, por la mediación del creador, independientemente de su valor). Sí, ya sé que eso es rebajar demasiado el hecho “creativo” ¿Y? Nada. Lo importante es el espíritu. Creo saber lo que me digo.
Ayer, miércoles, por la mañana, fui a una clínica dentista donde se han propuesto acabar conmigo y con mi dinero (al ponerme la anestesia, la dentista, con muy mala sombra, me pinchó en la lengua y todavía me duele). Nunca imaginé que mi vida acabaría a manos de una dentista, en este caso de pequeño formato.
Volví a mi casa haciendo escala en el Super (esos también están confabulados con la dentista en la vertiente económica).
Coloqué la compra en sus sitios respectivos y limpié un poco la casa (por la tarde noche tendría visita).
Y no, no era una mujer, bueno un poco sí porque vendría la que lo fue (todavía no nos hemos divorciado); pero en ese caso no se puede hablar de mujer, mujer, porque es una excepción al género y esa sensación me lleva a preguntarme ¿a qué categoría pertenecen las mujeres, o los hombres en caso contrario, que han sido los tuyos pero que ya no lo son? No me contesto porque, de verdad, no tengo ni puñetera idea. Lo que sí sé es que pertenecen a otra dimensión del género humano. No tienen perfiles propios de su sexo, son otra cosa, te relacionas de otra forma con ellos, como si no fueran reales, como si ya no existieran, pero existen; de hecho, a Naty la invité a que viniera a ver el primer partido de la temporada del Real Madrid, ambos somos seguidores de ese equipo (vino con Mi Charlie, que esta semana está con ella). También vino mi amigo Ángel (los tres veíamos los partidos juntos antes, y ayer reprodujimos la escena). Además de que el Madrid ganó (como siempre, es una auténtica idiotez ser seguidor de un equipo que pierda), cenamos. Todo perfecto. Era como la materialización del paraíso del tonto del que hablaba Bukowski. Fue una especie de regreso al pasado, pero sin nostalgia ni traumas.
Y, entonces, el día acabó y empezó mi insomnio que duró hasta las tres de la mañana, y porque me ayudé de pastillas.
La Fotografía: Paisaje de mi infancia que no viví como un paraíso sino como un infierno. Con el paso de los años, muchos, el infierno fue mutando a la idea de paraíso perdido, que nada tiene que ver con el poema de John Milton, sino con la idealización de un paisaje de la infancia mal vivida. Allí, en lo alto del montículo, donde todo era áspero, duro, seco y silencioso aprendí lo que no había necesidad que supiera nunca. Pero, sucedió y entonces el único camino de regeneración era hacer de la fealdad belleza, y del infierno un paraíso.