25 AGOSTO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2024-08-25
Referencia
10480

DIARIO DE UN CONDENADO 11
Un cuentecito: ¿florecen las orquídeas en los eriales?
Lunes, diecinueve de agosto de dos mil veinticuatro (toma 5)

… Por azar, en este caso a través de la prensa, conocí una fórmula alternativa. No era exactamente la evidencia y previsibilidad de las citas a ciegas entre gente aburrida y desganada, sino una especie de eufemismo generalmente aceptado por los participantes: cenas con desconocidos para socializar, para hacer nuevos “amigos”, pero sin juego amoroso a priori, como posibilidad (una solemne tontería). Sin expectativas excitantes, quién aguanta experiencias insípidas, salvo la gente trivial.
A mí socializar me trae sin cuidado, es más, prefiero no hacerlo. Me agota tener que cuidar las formas y prestar atención a las tonterías que dicen y hacen otros solitarios como yo (todos tenemos tendencia a mentir y mentirnos). Se trataba de lo que llamé Cenas Raras, a las que llevo casi dos meses sin asistir. Dudo que vuelva, a no ser que necesite dar contenido (carnaza) al diario.
Solían asistir tres o cuatro mujeres desconocidas y, dado que, en cualquier contacto personal, en teoría, cabe la posibilidad de un destello sorpresivo, un fulgor arrebatador, un súbito deseo, yo siempre llevaba esa secreta expectativa disponible; pero tampoco funcionó, ni de lejos sucedió.
La representación se reducía a ceremonias de estricto formalismo, generalmente soso. Ninguna mujer llegaba a la mesa con las armas de su deseo dispuestas y cargadas. Más bien se habían colocado los cilicios de la envarada contención y las buenas maneras (malas, por desvitalizadas y temerosas). Se notaba en sus miradas neutras y en el verbo defensivo e insustancial, sin osados atrevimientos.
La experiencia resultaba banal porque a nuestra edad (todos éramos mayores) asistíamos cargados de toneladas de experiencias y prejuicios, reservas y prevenciones, y ya instalados en una confortabilidad rutinaria que no estábamos dispuestos a poner en riesgo por nada del mundo, a no ser que nos acometiera un ataque de imaginación y vitalidad sobrexcitada.
No sucedía, la experiencia era siempre previsible y así no hay modo, sin imaginación la vida se estanca y se pudre…
La Fotografía: «Ellos también son como yo, me digo. Y así me defiendo de ellos. Y así me defiendo de mí». Antonio Porchia

Pepe Fuentes ·