5 OCTUBRE 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
El testamento de Ingmar Bergman. A. Lidell. Madrid
Soporte de imagen
DIGITAL 500
Fecha de diario
2024-10-05
Referencia
10514

COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 62 y 3
Sé que si todo esto sale mal será por tu culpa, ninguna catástrofe se da por casualidad, será que Bergman no quiere saber nada de mí, no quiere casarse conmigo y será muy triste, muy triste porque yo le adoro, le adoro. Que la muerte no nos separe mi amor que la muerte no nos separe”. Dijo, Angélica Lidell
Sábado, veintiuno de septiembre de dos mil veinticuatro

… En la parte final, entran en juego todos los personajes con los que Angélica construye su obra: los viejos decrépitos que se mantuvieron pasivos, sentados en las sillas de ruedas, cobran vida y movimiento dirigidos por los gestos de una Lidell a modo de directora de orquesta de ritmo evanescente y ceremonial. Entre los hombres y mujeres viejos y espectrales, se movían mujeres jóvenes desnudas que los abrazaban, algunos hombres jóvenes también, pero no tan desnudos como ellas. De pronto se arracimaban unos cuantos y se abrazaban con fruición (muy sospechoso me pareció tanta exposición corporal al amor fraternal). A estas alturas ya me cabían pocas dudas de que la deriva metafórica que había tomado el cuento era de orden evangélico: “…Amaros unos a otros; como yo os he amado…”. Jesús de Nazareth.
En el último acto (según mi particular orden) el espectáculo se concentra en un homenaje fúnebre, de tanatorio, hacia Ingmar Bergman, con un monólogo de su enamorada, Lidell, a pie de féretro (a modo de cinco horas con Mario, de Miguel Delibes).
A estas alturas, mi rendida admiración del comienzo, e incluso antes de ir al teatro, estaba tornando en un aluvión de escépticas preguntas. ¿Era Angélica Lidell una predicadora de un nuevo mañana de inspiración católica? ¿Creía Angélica Lidell en el amor fraternal desde la encendida reacción al presente de un mundo tan prosaico? ¿Era Angélica Lidell una iluminada digna de liderar la regeneración universal a través del amor? ¿Se estaba terapeutizando Angélica Lidell?
“Señor, tú que me tienes en tus manos dame fuerzas para alegrarme con la realidad y con todas las cosas buenas que me pasan, poder pedir perdón y ser perdonada, estar rodeada de gracia, ser indultada y querer a Bergman y que Bergman me quiera, sentir contacto y comunión ininterrumpida con su alma. Creo que ya puedo darle forma a la alegría. Es mejor que lo haga en este momento en que el miedo a la muerte es atroz y el miedo a perder la razón de puro terror es insoportable…”. Dijo, Angélica Lidell
No obstante ese tufillo a telaraña y sacristía me daba igual a pesar de que detesto esos síntomas de cansada debilidad, porque, a fin de cuentas, el espectáculo teatral era total y apoteósico, muy lejos de cualquier producción teatral de aquí y ahora. Es teatro visceral, absolutamente comprometido con una expresión plástica y literaria sincera, auténtica, valiente y brutal. Sí, eso es lo que creí ver y por eso sentí un agradecimiento infinito hacia Lidell y mucho contento personal por haber elegido ver esa obra en su última función en Madrid (hasta por haber recibido sus esencias vaginales en mi cabeza).
La Fotografía: La caída del telón en sentido figurado (no existía), dio paso a una especie de coda del espectáculo en la que los espectadores aplaudieron rabiosamente y los actores mostraron un entusiasmo y una alegría incontenible. La agria y lúcida amargura de la casi totalidad de espectáculo mutó en jolgorio y contento desbordante. El elenco artístico, con Lidell a la cabeza, parecía inmensamente feliz. Todos lo estábamos, aunque por diferentes razones, como tiene que ser: cada uno en su irreductible mismidad. Yo no aplaudí mucho, aunque si lo suficiente. Mi vecino de butaca, un tipo de look alternativo, con sus tatuajes y todo, no aplaudió en ningún momento. Estaría fatigado porque la obra requirió un esfuerzo extenuante.

Pepe Fuentes ·