6 OCTUBRE 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Sotosalbos (Segovia)
Soporte de imagen
DIGITAL 400
Fecha de diario
2024-10-06
Referencia
10508

LOS DÍAS 60
“… No aspiro a arreglar nada, no creo que haya nada que pueda arreglarse, solo aspiro a pasar un buen día de vez en cuando, no pido más que eso, me basta con uno salvaje y manirroto…”. Jacobo Bergareche
Lunes, treinta de septiembre de dos mil veinticuatro

Hace dos días (el veintiocho), daba noticias de que había comenzado una novela de Jacobo Bergareche (Los días perfectos), que terminé ayer. Me ha encantado la novela de este autor que no conocía. Sí, porque habla de cosas verdaderas que les pasan a casi todos los que todavía no hayan muerto, como, por ejemplo, enamorarse y desenamorarse; ilusionarse y decepcionarse. Jacobo plantea algo tan natural y humano como la duración de una enajenación amorosa y cuándo llegará la rutina arrasadora. El problema, el conflicto matrimonial irreversible no es la muerte, es la rutina; dice Jacobo, o más bien Luis, su protagonista: en la fórmula matrimonial habría que cambiar muerte por rutina -hasta que la rutina os separe-. Pero para alcanzar la necesaria clarividencia y detectar esa enemiga natural de la vida y acabar con ella se requieren varias premisas: estar vivo, ser inteligente y lúcido; valiente y nunca conformista. Creer en uno mismo y en las opciones propias; jamás sacrificar la libertad en aras de la comodidad o la seguridad o la costumbre (garantía de la infelicidad anestesiada). Los días perfectos son escasos por su excepcional naturaleza; los que narra Bergareche que le ocurren a su protagonista, tan solo unos días al año, son creíbles, luego esos días perfectos, aunque parezca mentira, pueden existir realmente y no solo en sueños. Una de las condiciones es que sean escasos, pocos, muy pocos, porque si no, enseguida pasan a ser rutina acomodaticia de mierda.
Esta buena novela de Bergareche me ha remitido a algunos axiomas, y que ahora, lunes por la mañana, y a vuelapluma podrían ser: matrimonio igual a rutina, más bien antes que después; el enamoramiento (sustento de los días perfectos) extendido en el tiempo es imposible; los días perfectos no son imposibles, tan solo infrecuentes y excepcionales…
Este fin de semana ha sido tan plano como todos, al menos he tenido a Bergareche y he comenzado con El mejor libro del mundo, la última publicación de Manuel Vilas, (mi escritor español preferido desde que leí Ordesa). Seguro que me proporciona un placer parecido a la perfección, que no será orgásmica y tampoco lo necesitaré (los orgasmos están sobrevalorados, son tan breves que apenas cuentan). Por cierto, creo que los míos han mejorado con la vejez. Quizá estoy diciendo una tontería, sobre todo porque son onanistas y ya.
Hoy debo tomarme la inmensa molestia de limpiar la casa y, probablemente, cocinar porque no tengo segundo plato para la comida de la semana. Ya veré. Lo mismo ni puedo con tanta carga de trabajo y rutina ¡que asco pero que beneficiosa resulta la rutina! Sin ella, probablemente, seríamos destruidos por la lucidez, peligrosa por su alta graduación de instintos suicidas.
La Fotografía: Esta foto se titula para mis adentros: Los hombres inelegantes. Son los asistentes a una ceremonia de inicio de una ineludible rutina. ¿Es rutinaria la inelegancia? Por supuesto, no aspira a lo extraordinario.

Pepe Fuentes ·