MONÓLOGOS SOBRE ARTE 23.2
-El arte es elitista, está basado en el dinero- “Gilbert & George”
Miércoles, cuatro de diciembre de dos mil veinticuatro
… Llegué a Madrid sin noticias especiales de mí (salvo la escucha de Harari, pero eso ya lo conté ayer), ni del tren ni de nada. Tenía un plan sumamente estimulante a lo largo del día. Estaba de suerte porque nunca me pasa nada y hoy algo pasará, sí, eso pensaba.
Me dirigí al Museo Thyssen Bornemisza, a ver una exposición de una artista desconocida para mí, como tantas, Gabriele Münter (1877/1962). Tenía mucho interés a partir de lo que había visto y leído sobre ella (no mucho, porque fue hacía tan solo dos días).
Nada más entrar en la primera sala, un gran atasco de gente, perdón, de viejos, que ya no sé si somos gente o materia residual.
Gabriele, fue una mujer de gran talento como fotógrafa: excelente concepción del encuadre y maravillosa técnica, además de exquisita sensibilidad costumbrista, e incluso experimentación con una cierta abstracción no frecuente en el mundo de la fotografía de principios del s XX.
No esperaba verme sorprendido con su faceta como fotógrafa, y lo fui y mucho. Máxime, teniendo en cuenta lo joven que era, poco más de veinte años y que desarrolló esa actividad a lo largo de un largo viaje por EE.UU., junto a su hermana. Volvió a Europa en 1901. Más adelante y durante décadas siguió desarrollando una gran sensibilidad fotográfica.
Me pregunté: Cómo es posible que dos mujeres jóvenes viajaran solas por EE.UU. fotografiando y explorando el país. La respuesta es sencilla, Gabriele Münter era una mujer de talento (su hermana, no lo sé), y sus padres, adinerados. Ahí estaba la respuesta: talento más dinero igual a Arte.
¡Oh, el dinero! Nunca hace mejor a nadie que no lo sea; pero sí lo es, lo hace mucho mejor.
En la primera sala: fotografías de su primer viaje (pasó su vida viajando, especialmente dentro de sí misma); y autorretratos de joven, espléndidos, por cierto…
La Fotografía: Autorretrato frente a un caballete, hacia 1908-1909. En esta pintura, Mütter recurre a la tradición de los autorretratos de mujeres artistas desde el siglo XVIII, tanto en la vestimenta (a la moda y por tanto un gran sombrero) como en la postura y en los objetos que la acompañan (pinceles, paleta y lienzo). Cuando pinta este autorretrato frente a un caballete, es ya una figura destacada del panorama artístico de Munich (cartela de exposición).
A la sazón, en este retrato, Mütter cuenta 30 años. A esa edad llevaba varios años siendo la pareja sentimental (1903) de Kandisky. También había conocido a Matisse y artistas del entorno parisino, lo que le permitió integrarse en el ambiente de las vanguardias de comienzos del siglo XX.