DIARIO DE UN CONDENADO 12
“…Si crees que esto puede ayudarte en tu búsqueda del amor, te invito a que tengamos una cita gratuita en forma de videollamada por WhatsApp para explicarte todos los detalles de este proceso…”. A de N
Jueves, doce de diciembre de dos mil veinticuatro (toma 8)
A finales de agosto de este año publiqué en este diario un cuentecito de siete entradas que titulé: ¿florecen las orquídeas en los eriales?. Me comprometí a volver sobre el relato porque en ese momento pensaba que lo que sucediera podía elevarse sobre la plana realidad en la que habito y convertirse en una historia que tuviera capítulos y hechos significativos dignos de ser contados: Vida para el Diario.
Meses después creo que es el momento de cerrar lo que dejé abierto al azar y la suerte.
Llegué a un acuerdo con una mujer: A de N, (curiosa analogía de ADN); por la que, a cambio de la módica cantidad (según se mire), de 185 € esa mujer, después de que dibujara mi perfil “amoroso” por medio de dos entrevistas de una hora (videoconferencia) y un cuestionario, ella se comprometía a buscar una mujer de parecido perfil al mío y que coincidiéramos (más o menos) en nuestras perspectivas vitales.
El asunto parecía intrigante o digno de vivirse.
Operativamente, nos citaría a ambos en un lugar (previsiblemente Madrid) para experimentar lo que ella llamaba, risiblemente: “Bonito proceso de la búsqueda del Amor”.
Las cursis frasecitas que salpicaban toda la retórica pastelera del “Plan” apestaban a palabras en avanzado estado de descomposición.
Después de los prolegómenos, pagos y buenas palabras, a primeros de septiembre, supuestamente, comenzaba el ceremonioso baile en el vacío, pero sin música que yo pudiera oír.
Todo el proceso lo sostenía A de N al margen de los posibles interesados. No le pesaba nada porque nada había detrás de ese montaje.
Naturalmente, en ese contrato o más bien, declaración de intenciones, A de N, no se comprometía a nada, es decir a un determinado número de citas (85 € por cita) y a un tiempo de duración del proceso.
Probablemente la 12ª edición del plan terminó (y ahora vaya por la 13ª) y yo me he quedado con cara de tonto en la estación anterior.
Ni puta gracia tiene el asunto; y no porque me quedara sin mujer probable (no me lo creí nunca por imposible), sino porque me ha privado de la experiencia de una cita a ciegas que a priori suena a emocionante. A estas alturas de la vida cualquier cosita sirve para no morir mañana…
La Fotografía: Capítulo primero de La representación de La crónica de una muerte anunciada, que no es la novela de Gabriel García Márquez, que estoy oyendo ahora, precisamente. Hacía muchos años que no leía a Gabo, y me está fascinando porque esta novela, probablemente, sea de las mejores suyas. Seguiré con otras. Pero, la muerte a la que se refiere la performance de estos días es a la de mi relación interesada (amorosa y sexual) con el universo femenino, que he cerrado –In sæcula sæculorum-Ya es el momento de acabar con esa dependencia que ha durado demasiado, toda una vida.