DIARIO DE UN CONDENADO 12
“Se amoroso contigo y trabaja en tus creencias para que se vayan transformando en algo constructivo para ti, que te puedan ayudar a cambiar tu realidad y, por ende, a llenar el camino en tu camino hacia el amor”. A de N
Jueves, doce de diciembre de dos mil veinticuatro (toma 10)
… No, no me avergüenza en absoluto el haber caído en esa farsa con quebranto económico; porque, aunque era una improbable apuesta, existían argumentos vivenciales para mí.
Lo que me asquea hasta el vómito es haber sufrido la argumentativa autoayuda, simplista e impregnada de empalagosa retórica buenista por parte de esa individua.
Sobre todo, porque ofende al destinatario que, para mayor escarnio, era yo.
Quien se permita la osadía de hacer recomendaciones sobre el modo de vivir espiritual o psicológicamente a alguien, lo insulta del peor modo posible porque se coloca en una posición de prevalencia abusiva y desconsiderada hacia él.
Ella, sin duda prepotente, debió sentirse ungida por una superioridad sobre mí como para enviarme frases “iluminadoras y compasivas que me rescataran de mi incompetencia para gestionar mi vida” como la de la introducción.
En mi descargo he de decir que, cuando recibí esa asquerosa y humillante guía “clínica” ya estaba todo en marcha, que no era nada, y además había pagado.
Ni qué decir tiene que esta historia la di por terminada casi nada más empezar y no porque me cayera del caballo, sino porque era de una puta lógica aplastante.
La respuesta al título del cuento que di en su inicio no puede ser otro que: –Las orquídeas nunca florecen en los eriales-
Para completar un poco la información o experiencias acumuladas sobre estos lamentables asuntos sentimentales, fuera de toda lógica y tiempo, incluiré algunas cosas más…
En septiembre pasado recibí un correo promocional de una tal señora Montaña, fundadora de una empresa dedicada a la “Búsqueda Activa” de pareja para desparejados que quieren cambiar su condición (los algoritmos funcionaron con precisión, ya que yo desconocía la existencia de la señora Montaña y su plan).
Esta empresa era básicamente parecida a la de A de N (las técnicas son siempre las mismas), pero infinitamente más ambiciosa (y quizá no fraudulenta, aunque por su naturaleza en esta materia todas lo son), ya que la señora Montaña y su comando se comprometían a una búsqueda exhaustiva por tierra, mar y aire de la pareja perfecta, que daban por cierto que existir existía y el problema solo es logístico: encontrarla.
Parten de la premisa que en algún sitio debe estar, aunque permanezca oculta y anónima, como terrorista en recóndita cueva.
La señora Montaña y su equipo la encontrarían (mostraba una determinación inasequible al desfallecimiento, según decía).
Para esa increíble y dificilísima misión se daban un plazo de un año. Pero, podía ser menos porque por un afortunado capricho del destino, quizá viviera en el barrio, no sé si en el suyo o en el mío.
Esta opción que era como más graciosa, por fantasiosa (parecía un argumento de ciencia ficción en formato thriller), pero tenía un serio problema crematístico, de los modestos 185 € de la opción pobretona de A de N, pasábamos a 6.000 € versión lujosa claro, que hasta ofrecía servicio exprés de elegancia seductora a la carta: “Si lo vemos necesario para alcanzar tu objetivo te asesoraremos sobre tu estilismo, tu forma de expresarte y el lenguaje no verbal”. O, dicho de otro modo, si observan que eres un patán impresentable (tipo de hombre del bar de copas al que voy algún sábado por la noche); pues nada, te aplican factores correctores y adiestramiento como de escuela de baile y sales hecho un dandi, hablando fino y sofisticado, propio de las sutilezas del amor de meñique levantado y besos con los ojos cerrados.
¡Toda una locura! Seguro que la señora Montaña, a pesar del precio tiene clientes, y muchos, seguro; porque vamos a ver si tenemos claro lo que lo es abrumadoramente: el valor del dinero es subjetivo y, especialmente, para quien lo tiene. Además, el coste está directamente relacionado con lo que obtengas; por ejemplo: ¿qué vale más, un coche, que es considerablemente más caro; o una buena mujer y alma gemela con la que salir de paseo? No hace falta que conteste.
El problema no es tanto la cantidad de dinero, sino que a priori quien contrate tiene que pagar por nada, como yo (opción barata, claro).
Sigo mañana con más cosas, quizá la solución perfecta, ya veremos…
La Fotografía: A estas alturas, la mojiganga ha empezado a parecerme graciosa (se me nota en la cara, porque el protagonista soy yo mismo); la mujer que me acompaña en la performance, que bien podría ser A de N, o la mujer que nunca compareció, se mantiene en todo momento hierática (materia inanimada) porque solo es metáfora, y así hay que entenderlo.