Diario de un hombre Intranquilo 1 y 2
Leer en un anuncio que la vida es bella me parece una insolencia que se me dirige personalmente. Peter Handke
Domingo, dos de febrero de dos mil veinticinco
… Es un principio conductual universalmente aceptado y asumido que, en estados de aislamiento malvivido, es la víctima la que debe acudir con una ancha y entregada sonrisa, los brazos abiertos, confiado y anhelante, hacia un grupo de gentes que se han reunido para hacerse compañía e integrarse. El candidato al gregarismo deberá mostrarse simpático y empático, además de pedir sutilmente compasión, sin humillarse demasiado porque en ese caso lo despreciarán por indigente emocional.
No intuyo grandeza, ni luz, ni inteligencia en esos gestos.
Yo me siento liberado de esa servidumbre (mi trabajo me ha costado), y no por lo que dice Handke, que también; sino porque no hay belleza ni honor en ese estertor terminal. Tampoco la alegría que da la libertad.
A veces, en el bar de las copas nocturnas de los sábados alternos, me encuentro con un matrimonio de vecinos que viven más arriba, en la misma calle, y me veo obligado a dar un rodeo para no tener que saludarlos y mucho menos hablar. Ellos hacen lo mismo. Quizá tendríamos que cambiar de bar, ellos o yo. Se nota que nos aburrimos, ellos y yo.
Llevo una hora escribiendo esta quejumbrosa entrada, pero hoy no me sale otra cosa porque estoy enfadado, o más bien indignado conmigo mismo y con el mundo. Probablemente tenga que ver con el mucho tiempo que llevo sin follar (pero no lo sé seguro). Tanto que ya he olvidado como se hace.
Hasta Immanuel Kant, que fue un hombre de orden y solitario, algo misántropo y seguramente misógino (no se le conocieron relaciones con mujeres y homosexual no fue, que se sepa) define lo que puede pasarnos a los que no tenemos sexo: “La larga ausencia de sexo convierte a una persona en neurótica”. Esta cita ya la traje aquí el treinta y uno de mayo del año pasado, pero es que nada ha cambiado. Dice Google a propósito de la definición de neurótico: “Ser neurótico suele implicar un estado emocional negativo durante largos periodos de tiempo”. Es de agradecer a este compendiador recurso su extraordinaria sabiduría y contribución a la difusión popular de una cierta cultura; mientras que Freud, por ejemplo, define lo mismo con argumentos tan farragosos como este: “Los neuróticos son aquella clase de seres humanos que en virtud de una organización refractaria sólo han conseguido, bajo el influjo de los reclamos culturales, una sofocación aparente, y en progresivo fracaso, de sus pulsiones, y que por eso sólo con un gran gasto de fuerzas, con un empobrecimiento interior…” ¡ joder! pero claro ¡es Freud, estúpido! Un coñazo la mayoría de las veces.
Son las once menos diez de la mañana y gracias a qué me he desahogado un poco, he acumulado fuerzas para salir a dar una vuelta al campo solo, antes de que me enfade más todavía.
Por el camino oiré Pedro Páramo (gran mujeriego más allá de cualquier realidad), de Juan Rulfo. Apasionante literatura. Única.
“…Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras”. Juan Rulfo
La Fotografía: Muertita contenta escuetamente vestida, con elegancia y sutileza, ya liberada de las carnes esclavizantes.