MONÓLOGOS SOBRE ARTE 26.3
“El camino que lleva al prójimo es demasiado largo para mí”. Franz Kafka
Martes, once de marzo de dos mil veinticinco
… Mis erráticos pasos me llevaban de un lado para otro.
Si a izquierda o derecha me llamaba la atención algo, giraba e iba a verlo, y otra vez volvía al pasillo principal.
A medida que se fue haciendo evidente que casi todo lo que veía e incluso hasta lo que fotografiaba lo olvidaba dos pasillos o galerías más allá, decidí que mejor debía centrarme, en la suma de obras más visitantes, y ambos elementos conformando una bonita composición fotográfica.
Me olvido con demasiada frecuencia que yo, por encima de cualquier cosa que haga se supone que soy fotógrafo porque esa inquietud y actividad es por la que he llegado hasta aquí. El problema es que no me creo como fotógrafo, y peor todavía, ya ni siquiera creo en la fotografía. Y menos ahora, que solo es pura anécdota tecnológica, o como mucho manejo aplicado de programas de revelado con IA incorporados. Es decir, puro deambular por lo episódico e intranscendente, con efectos especiales.
De pronto me iluminó la estrella errante del buen propósito y me dije: -tío, combina obras de arte contemporáneas y gentes artísticas y bien acabadas, contemporáneas también, y así habrás conseguido hacer algo útil esta tarde-. Sí, porque fuera llueve, y en este caso debes concentrarte en lo que estás haciendo bajo techo. Imagínate como artista y actúa como si lo fueras, el escenario es el mejor imaginable -me susurré- …
La Fotografía: Arte: Cabeza de cerámica orlada de flores amarillas de plástico (no sé cuál era el secreto que guardaba; combinada con dos personas que vinieron con una imagen “body art” indolora, salvo por algunos colgajos. Puesta en escena sutilmente diferente. Estilo povera de arte y confección.