COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 80.2
“Nuestra guapa actriz acaba pareciendo la Khaleesi de los desfiladeros y los ríos que vadear, y es su despertar sexual el que sirve para hilar un discurso de consensos entre hombres y mujeres, indios y vaqueros, extranjeros y nativos. Todo es como de tragedia griega con muchos productos de Lancôme… 1883 podría haber sido una serie de culto si no fuera por la penosa realización”. Alberto Olmos * (El Confidencial, 07.07.2023)
Viernes, veintiuno de marzo de dos mil veinticinco
… El exquisito Alberto Olmos, hombre de gran cultura y acendrado criterio estético, ridiculiza la serie y pone distancia con ella a través de una reseña que es un sarcasmo de principio a fin, como en la cita introductoria. Lo siento porque a mí me gusta que gente que considero de criterio contrastado, afinado como es el caso, les guste lo que a mí me gusta, porque yo también aspiro a ser persona de depurado criterio. Pero no, debo estar muy lejos de ese refinamiento estético; porque a mí, la serie no solo me ha gustado, me ha encantado.
¡Tampoco está tan mal realizada, Alberto!
La razón entre otras muchas que puedo argumentar es que he visto incontables westerns tediosos y previsibles; planteamientos de simple maniqueísmo al que salvaban las inmensas llanuras o las peleas de saloon o un tierno romanticismo. Siempre he creído que el contexto natural y legendario ofrecía inmensas posibilidades de construir grandes historias y epopeyas humanas ejemplares. En la mayoría de los casos no ha sido así, no creo que haya más de diez grandes historias cinematográficas de este género, a lo largo de casi cien años.
En la reseña de la fastuosa saga de Yellowstone, solo hablaré de 1883 porque Yellowstone se me ha quedado lejos (la vi hace dos meses. Creada a partir de referentes históricos, culturales y antropológicos (indios nativos y llegada de oleadas de emigrantes lejanos) y del despliegue genealógico de una familia que en esta serie es el principio de todo y que se proyectará en el tiempo.
Los cuatro integrantes de la familia Dutton: los padres, pareja protagonista, Tim McGraw y Faith Hill, curiosamente son matrimonio en la actualidad; sus dos hijos y un éxodo épico a través de varios estados. La familia parte de Tennessee y viaja a Fort Worth, Texas, donde se reúnen con una caravana de emigrantes en dirección a Oregón; hasta llegar a Montana, a Yellowstone, donde los Dutton se establecerán.
Los actores protagonistas, todos espléndidos: Sam Elliott, Isabel May, LaMonica Garrett, Marc Rissmann, Audie Rick, Eric Nelsen y James Landry Hébert.
La grandísima virtud de este relato es, desde el inicio mismo, la credibilidad, no solo por las múltiples aventuras y dificultades que tienen que enfrentar las decenas de colonos-exploradores con sus voluminosas impedimentas con las que cruzan ríos, remontan montañas, atraviesan llanuras y desiertos, capturan y pastorean una manada de reses que les proporcione sustento, pelean por la supervivencia contra canallas, cuatreros, asesinos y nativos; además de conciliar intereses y decidir los mejores itinerarios posibles porque de ellos dependía la supervivencia de todos…
La Fotografía: En uno de los pueblos por los que pasan, nada más partir, los héroes de la expedición avanzan resueltos a enfrentarse a una banda de malos en un tiroteo sin cuartel ni compasión. La imagen transmite la eterna épica legendaria del oeste; después, la pelea en el saloon transmite veracidad, nada de artificios para la galería. Para mí, 1883, es una serie de culto, sin sombra de duda.
* Hay que tener cuidado con la sobrada por abundante cultura (léase capacidad de interrelacionar referencias y conocimientos con criterio, la cultura no es otra cosa), como es el caso. Olmos no ha sido feliz viendo 1883; yo, con muchísima menos cultura, sí. Será porque soy demasiado sentimental y eso resulta un serio inconveniente para ser culto de verdad, por no hablar de los prejuiciosos lastres.