LOS DÍAS 8
“El amor es lo que hace vivir, porque hace que la vida sea amable. Es lo que salva y, por consiguiente, lo que hay que salvar”. André Comte-Sponville
Martes, veinticinco de marzo de dos mil veinticinco
Días confusos los últimos y los próximos. Una mezcla de reparaciones domésticas y revisiones médicas de mi cuerpo a causa de mi envejecimiento, que, aunque tardío, es inexorable. El otro día me hicieron una gastroscopia de la que todavía no tengo resultados; al parecer analizarán patológicamente lo que me extrajeron no vaya a ser que haya algo preocupante. Mi madre murió de cáncer de estómago con tan solo 65 años, diciendo con resignación exasperada: -es pronto, muy pronto-
No dramatizaré, todavía. Hoy iré al dentista porque me tienen que extraer un implante por viejo y mañana iré a la consulta de cirugía dermatológica, por lo del carcinoma de piel confirmado en la punta de la nariz: suena a chiste siniestro, si me muero a causa de eso. Quizá me merezca una muerte así, de opereta.
La semana pasada me invitó a comer en su casa Naty (estuvimos juntos por lo de la reparación de nuestra cocina). Es curioso, llevamos casi cuatro años separados y seguimos hablando de las mismas cosas, solo que ahora lo hacemos mucho menos porque cada uno vivimos nuestras vidas propias y no compartidas. Una circunstancia más descansada. Por cierto, y a propósito de los asuntos matrimoniales: ahora estoy escuchando Mi marido, de Maud Ventura, escritora joven francesa, que me está interesando vivamente por su gran originalidad y penetración al diseccionar sin anestesia el cuerpo presente del amor matrimonial. Absolutamente recomendable.
Una tarde de la semana pasada, también (voy con retraso), una gran noticia: me tropecé en Ebook con un Diccionario filosófico (edit. Paidós), de André ComteSponville, al que me lancé con avidez y leí con atención tres entradas: Nihilismo, Alma, Amor, por este orden (por eso la cita introductoria), en clave animosa, mucho; porque a pesar de que ComteSponville, es un hombre sospechosa y paradójicamente positivo, no es tonto ni mucho menos y también ofrece otras perspectivas no tan halagüeñas porque así es la vida, amarga en la mayoría de los supuestos.
El jueves (voy con retraso), a primera hora de la noche vino mi amigo Ángel, armado con una pizza, que nos comeríamos viendo un partido de fútbol. Charlie también comió, aunque no debería por su enfermedad (insuficiencia renal); pero no seré yo quien evite un inmenso placer a mi perrito a cambio de unos pocos días de vida, supuestamente. Al fin y al cabo, para todos, vivir el placer comporta riesgos; pero más lo hace la abstinencia, el displacer o el dolor. Mi Charlie, no habría entendido que lo excluyéramos del gozo de comer pizza caliente y sabrosa.
El partido lo empatamos (daba un poco igual el resultado).
Hablamos de todo un poco: nos pusimos al día de lecturas, series, películas e inmoralidades políticas traicioneras del Gran Dictador Caribeño Sánchez. Mi amigo y yo hablamos de todo un poco, nos pusimos al día de lecturas, series, películas. También coincidimos en la gran historiadora que es María Elvira Roca Varea (ahora estoy escuchando con sumo interés Fracasología, sobre España, claro). También nos contamos lo que haríamos el fin de semana: él, alguna cosa; yo, ninguna.
Hacia el final de nuestra velada, miré a mí amigo y le dije seriamente: -te das cuenta de lo poco que nos va quedando- Permanecimos unos instantes en silencio compungido, y dimos por terminada nuestra velada pizzera y futbolera. No hacían falta palabras para interiorizar la gravedad de nuestra edad. Se fue. En la calle llovía torrencialmente.
La Fotografía: En cuanto a las reparaciones domésticas, el suelo de la cocina-comedor, que habíamos solado con una resina hace tan solo seis meses y que se estropeó. Hemos tenido que repararlo completamente. Diez días de caos doméstico. Así es como ha quedado.