COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 81
“Los jóvenes están desarrollando una necesidad de gratificación instantánea y esta necesidad de dopamina constante, que generan las redes, hace que caigan en las drogas, apuestas, pornografía o TikTok”. Marian Rojas Estapé
Martes, veinticinco de marzo de dos mil veinticinco
Hoy he ido al dentista a que me arrancaran un implante viejo. Ha sido muy violento, aunque indoloro. Había dos operarias volcadas sobre mí, una de ellas, la principal, con una especie de sierra mecánica que hacía un ruido chirriante e infernal que se me metía en los oídos por la puerta de atrás. Ninguna de las dos me gustaba. En estos trances me suelo colocar automáticamente en modo simpático. Hoy no.
El trauma no ha impedido que cuando he vuelto a mi casa haya comido como si nada.
Después, me he tumbado a ver titulares de prensa y a dormir unos minutos.
He dado un respingo alarmado cuando he visto un titular de primera página (ABC) que me ha asustado:
“La UE pedirá a los hogares que almacenen víveres y productos esenciales por si estalla una guerra”. ¿Qué saben ellos que nosotros desconocemos?
Lo que nos faltaba y especialmente ahora, que me pillan haciendo balance de mi vida, que tenga que proteger mi torre de subsistencia con sacos terreros ¡menudo plan!
Mañana voy al Gran Hospital de mi ciudad para que me vean el carcinoma de la nariz por fuera. Veremos qué dicen, aunque si hay guerra seguro que lo mío les importa una mierda (y a mí también). Lo del hospital lo contaré mañana…
Pues sí, como hoy no tengo nada que contar que no me aburra, hablaré de la dichosa serie: Adolescencia.
Para empezar, independientemente de que el experimento del plano secuencia sea muy espectacular y a ratos tremendamente eficaz para crear clímax de insuperable dramatismo, otras es tedioso con tanta espalda a cámara (los intérpretes, a veces, cambian de lugar y tenemos que ir todos detrás). Los dos mejores capítulos son los dos últimos, especialmente el tercero, con dos personajes, el chico protagonista y una psicóloga, encerrados en una habitación donde representan un psicodrama intenso y creíble. La interpretación de Owen Cooper, como el adolescente asesino es sobrecogedora por terroríficamente eficaz y creíble.
Aparte de la especularidad de la serie, críticos cinematográficos, sociólogos, políticos y toda clase de analistas se han pronunciado señalando la peligrosidad coyuntural (toda la culpa la tiene la IA) de la situación y vulnerabilidad juvenil, de alcance educativo, sociológico, político, psicológico y existencial de alarmante repercusión a través de las redes sociales (ya no es Yoko Ono la culpable, ahora son las redes y la IA).
Nadie sabe muy bien qué hacer a propósito de las amenazas manipuladoras y alienantes como las presentes en esta serie: “incel” y “manosfera” (yo no sabía que existían foros de hombres dolidos con las mujeres, a las que insultan, porque no les hacen caso y no se comen una rosca, como yo).
Stamer, primer ministro inglés, aboga por la prohibición de teléfonos inteligentes hasta los 16 años (en Australia ya lo han implantado).
De cualquier forma, no debe perderse de vista que la serie es descaradamente manipuladora (todo el mundo está comprando el miedo), ya que a pesar de ser pura ficción está movilizando medidas restrictivas de dudosa eficacia.
Yo, por principios, no creo que la prohibición de nada de lo que en el mundo existe, sea eficaz. Todo llega a los que quieran acceder a lo que sea. La prohibición de nada sirve, salvo para atropellar derechos y libertades en nombre de las buenas costumbres. Siempre ha sido así en la historia, pero los inquisidores, al final, siempre se han quedado anticuados.
Creo que me estoy perdiendo en disquisiciones que no me son propias, porque lo único que quería decir es que, a pesar de que tenemos que seguir los culos y espaldas de los actores, como si el montaje no se hubiera inventado, la serie es tensa, intensa e interesante.
La Fotografía: Stephen Graham, coguionista junto a Jack Thorne, y protagonista de la serie como padre de Jamie, el chico asesino. Ni que decir tiene que es quien sostiene la serie con un brillante guion y una memorable interpretación. Por cierto, y dicho sea de paso, creo que es el actor contemporáneo que mejor llora frente a la cámara.