4 ABRIL 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Museo Thyssen Bornemisza. Hans Cranach (1537)
Soporte de imagen
-DIGITAL 10000
Fecha de diario
2025-04-04
Referencia
10800

LOS DÍAS 11
“… Estaban más contaminadas que los hombres, porque ellos se enfurecían por cualquier cosa, pero al final se calmaban, mientras que ellas, en apariencia silenciosas y complacientes, cuando se enfadaban iban hasta el fondo de su rabia sin detenerse nunca.» Elena Ferrante (La amiga estupenda, 2011)
Martes, uno de abril de dos mil veinticinco

Hoy estoy bien. Creo haber dejado atrás dos meses de zozobras sobre mi salud (todavía me quedan dos pequeños flecos sin importancia, quiero pensar). Los médicos y sanitarios en general, hombres y mujeres (han predominado estas), se ha portado muy bien conmigo, con respeto, deferencia y profesionalidad. Además, me han curado, que era de lo que se trataba.
Desde hoy me dispongo a vivir una buena primavera. En estos momentos deseo hacer microviajes a la Mancha (tengo varias rutas previstas), en días de sol. También frecuentaré Madrid (todo el arte es poco). Prepararé un microviaje largo, que seguramente haré en mayo. Tengo dudas sobre si subir a Galicia (me da mucha pereza llegar tan lejos); o, en dirección contraria: Albacete, Murcia y llegar hasta Málaga. O un monográfico de Sevilla y provincia. No sé, todo me atrae y todo bañado por el sol y un interés despreocupado y ambas cosas al mismo tiempo.
En cuanto a la cotidianidad inmediata, lo de siempre: comer y dormir lo mejor que pueda; diario (escritura y fotografías); paseos; lecturas y TV, solo series, películas y documentales. En cuanto a otra necesidad básica, el sexo, dejaré de darle importancia y mucho al origen de todo el conflicto, las mujeres. Esas necesidades ya importan poco por imposibles. La mala edad se ha encargado de desenfocar todo.
Lo último leído (oído): Hombre caído, de Fernando Aramburu, diecisiete relatos, todos magníficos (menos uno). Es uno de mis escritores preferidos. La condición humana palpitante y peligrosa con un verismo aterrador.
En cuanto a televisión, resulta infinitamente más difícil encontrar obras dignas de atención porque la mayoría de los contenidos solo son burdos entretenimientos (demasiados thrillers y otras reiterativas obviedades). Ahora estoy volviendo a ver Yo, Claudio (espléndida) y no salgo de mi asombro (lo había olvidado), por la retorcida y criminal maldad de Livia (la mujer de Augusto), tan femenina como perversa. Su paso por la historia es controvertida, aunque yo me inclino a creer a Robert Graves y a los hechos (fueron muchos los que murieron estando cerca de ella y sus intereses).
Al hombre le pierde la vanidad, execrable siempre; a la mujer también, pero ella se me antoja peor por una intravenosa ansia de manipulación y dominación enfermiza (especialmente sobre el hombre).
Cada día constato lo necesario que es  mantenerse alejado de unos y otras.
Tampoco el panorama de películas es alentador, ayer por ejemplo comencé a ver una inconmensurable y ordinaria estupidez titulada: Emilia Pérez, un insoportable y muy sobrevalorado culebrón de corte mexicano. Alcancé a ver hasta cuando una niña le dice a su transexualizada tía: –que olía a su papá- (lo era, al parecer). Esa frase fue demasiado para mí. Apagué la televisión espantado (lo estaba desde el primer minuto) y me acosté. A pesar del trauma cinematográfico no tuve pesadillas con el dichoso “Manitas” devenido en maciza mujer masculinizada o viceversa, llamada en la vida real: Karla Sofía Gascón (muy fuerte la movida trans). Ahora lo somos todos un poco, querámoslo o no, por imposición cultural de los wokes y otras radicales y sectarias tendencias imperantes ¡un asquito!
Creo que ya es hora de que desayune y me vaya al sol con Mi Charlie.
La Fotografía: Hércules en la corte de Onfalia, de Hans Cranach (1537). Estaba expuesto en el Thyssen el otro día, en la muestra de María Vargas, a la sazón radical feminista. Heracles llegó a la corte de Onfalia condenado a servirla. Se enamoró de ella dedicándole todo tipo de atenciones, pero la reina optó por burlarse obligándole a vestir ropas femeninas. Siempre la sofisticada y rencorosa crueldad de la mujer hacia el hombre a poco que pueden o encuentran una estrategia vengativa. Cuidado, me digo, todas las precauciones hacia ese género son pocas. A estas alturas y desde hace años ya, he experimentado en carne propia algunos agravios, burlas y peligrosas maquinaciones de esas “delicadas” criaturas. Aprovechan la debilidad del hombre (sexo débil por antonomasia en los tiempos que corren), dando igual lo que hayas hecho o no. “Yo no te creo, hermana” … a mí me lo vas a tener que demostrar.

Pepe Fuentes ·