12 JULIO 2025

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Siresa. Iglesia de Santa María. Navarra
Soporte de imagen
-DIGITAL 102400
Fecha de diario
2025-07-12
Referencia
10640

COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 86
“No me extraña que los judíos nieguen a Jesucristo y adopten la postura de la espera, porque el mundo después del Mesías no puede ser un mundo lleno de pecado, sufrimiento y depresión. Es mucho mejor la idea de que el Mesías aún no ha venido. Yo me apuntaría a esa idea, pero no puedo porque soy ateo”. Manuel Vilas
Miércoles, nueve de julio de dos mil veinticinco

Hoy, en el duermevela previo al despertar, allá por la seis de la mañana, iba y venía por mi cabeza una idea recurrente que, en otros momentos, se enroscaba peligrosamente sobre sí misma y me asustaba porque me parecía la serpiente de la tentación bíblica.
Finalmente me desperté, me levanté, me duché, me vestí, até a Mi Charlie a la correa y nos fuimos a caminar donde siempre. Sintonicé en Audible, mi fiel compañero de caminatas, el ensayo histórico que estoy oyendo ahora, y que después de la primera hora he tenido que volver al minuto uno porque no me había enterado de casi nada. Recurrentes distracciones que entorpecen mi cabeza fastidiosamente.
La obra en cuestión es: La invención de Jesús de Nazareth, de Fernando Bermejo Rubio, obra larga y prolija en cuanto a detalle y despliegue referencial de textos canónicos y apócrifos que buscan esclarecer la existencia misma del personaje, así como desentrañar lo imposible: hasta qué punto son fiables y coherentes desde los evangelios, hasta las cartas de San Pablo de Tarso (auténtico creador del mito, a pesar de que ni siquiera conoció a Jesucristo), y la inmensa cantidad de escritos que se fueron creando por obispos y teólogos en la cuenca mediterránea en los primeros siglos de la era común, en distintos idiomas. Prácticamente todos ellos versiones de versiones de los pretendidamente originales. Aparte de los evangelios canónicos están los apócrifos o gnósticos como el de Santo Tomás, y versiones en arameo (lengua de Jesucristo), o hebrea. Curiosamente, las versiones escritas sobre los hechos de Cristo no empiezan a circular hasta unas décadas después de su muerte, con lo cual el marasmo es inabarcable. Bermejo Rubio, con esta obra, que me parece muy rigurosa a pesar de que no he pasado de los prolegómenos, pero que pienso leer de principio a fin, a pesar del caos como lector que me aqueja últimamente (empiezo libros que abandono enseguida a pesar de que me gusten, y así constantemente).
Dice Daniel Arjona, en Papel, a propósito de esta obra: “… Un libro erudito y polémico, que no tiene igual en la historiografía internacional y que, a lo largo de sus casi 800 páginas, defiende dos afirmaciones principales: sí, casi con seguridad, Jesús de Nazaret existió y no, casi con la misma seguridad, no fue el manso profeta del amor entre los hombres que la tradición inventó”.
A todo esto, no sé cómo he llegado aquí, si lo que pretendía contar era otra cosa: mis divagaciones seminconscientes antes del amanecer. Pero que, curiosamente, tiene bastante que ver una cosa con otra. Sí, porque mi ser medio dormido divagaba por la posibilidad de que todo, absolutamente todo fuera mentira, que la verdad no existiera salvo como referente inexcusable para construir la mentira que sería a la postre la verdad al uso en la vida convencional, las relaciones sociales y humanas en general. Algo así como: la verdad es imposible en el alma humana; nada puede ser verdad porque si alguien se infectara del letal virus de la verdad caería fulminado por su altísima letalidad.  Pondré un ejemplo que apareció nebulosamente en mi sopor: el amor. Basta que se confiese o se suponga para que, por ese mero hecho, de orden teórico o imaginario, se autodestruya. El amor es, en sí mismo, imposible, se enuncia, pero tan solo como detonador de los resortes psicológicos que lo harán desaparecer. Creo que en algo así pensaba antes de la vigilia, el problema es que no he podido desarrollar la idea porque la he olvidado enseguida (tengo una cabeza discontinua y desatenta). No obstante, para eso están los autores capaces de reflexionar lúcidamente, como Sartre, que define la imposibilidad amorosa genialmente: “Yo exijo que el otro me ame y pongo por obra todo para realizar mi proyecto; pero si el otro me ama, me decepciona radicalmente por su amor mismo; yo exigía de él que fundara mi ser como objeto privilegiado manteniéndose como pura subjetividad frente a mí; y desde que me ama, me experimenta como objeto y se abisma en su objetividad frente a mi subjetividad”. Jean-Paul Sartre
La Fotografía:
Mira que, no quiero ni pensar que todo este mundial y milenario montaje del catolicismo no fuera verdad. Sí, que fuera una vulgar mentira (como todo). Sería horroroso, terrible, provocaría la desesperación colectiva de miles de millones de seres. Como reacción geológico-catastrofista hasta el Vaticano se derrumbaría, la catedral de mi ciudad y hasta la parroquia de mi barrio. No sé, miedo me da. Menos mal que eso no se sabrá nunca porque lo mismo que es indemostrable la existencia de Dios, y que Yehošua sea su hijo hecho hombre; igualmente es inverificable su inexistencia. Luego no pasa nada ni nada pasará a este respecto, me parece a mí. Al menos esta religión nos ha dejado cientos de miles de gloriosos edificios e innegables obras de arte como este Jesús de Nazareth muerto en la cruz y después resucitado, hecho cuestionado, pero no refutado.

Pepe Fuentes ·