DIARIO DE LA NADA 19
“… la peor de las pruebas a las que debe someterse la condición humana es la constante disgregación del ser. Como si las fuerzas centrífugas de la nada quisieran poner a prueba la capacidad del hombre para resistir la embestida…”. Josep María Esquirol
Lunes, veintiocho de Julio de dos mil veinticinco
Este fin de semana, especialmente el domingo, ha sido neutro, aséptico y silencioso (al menos el sábado fui al Súper, mi momento de la semana, no hay mayor emoción en mi vida que ir a comprar comida y otras cosas). Sin embargo, los domingos, nada de nada, ni siquiera abren las tiendas de cualquier cosa, salvo los bares, restaurantes y creo que lo cines también, pero para películas tengo la tele. A los expendedores de bebidas y comidas, he decidido que solo no iré más; salvo si viajo, pero también he decidido que tampoco voy a viajar (tendré que eliminar el capítulo correspondiente del diario).
A ver, que no se trata de que necesite de los demás como si estuviera “colgado” (o a lo mejor sí), que no, que no es eso, simplemente es que entre salir y no salir prefiero no salir, porque me resulta más cómodo. Entre hablar o no hablar con alguien, prefiero no hablar, sobre todo porque nada tengo que decir y casi tampoco escuchar. Y si me sintiera impelido a hacerlo, sería terrible porque no hablaría mi yo sensato o racional, sino el fuertemente intervenido por las emociones y solo emitiría convulsas tonterías.
Naturalmente, ayer, pasé todo el día en silencio y tranquilo, pero profundamente aburrido, aunque hice cosas todo el día, como escribir la entrada del diario de ayer. Eso me salva, el diario, siempre el diario. Representa mi identidad buscada y a veces encontrada a lo largo de mi vida. Pero era escurridiza y siempre terminaba por escaparse. «Solo hay una cosa peor que la identidad, y es no tener ninguna.» Terry Eagleton
Por la tarde busqué una película en Youtube, que me recomendó calurosamente Rocío: Cualquier día en cualquier esquina, de Robert Wise (1962), con Shirley MacLaine y Robert Mitchum (por cierto, y hablando de Mitchum, es el actor americano de su generación que con mayor elegancia y apostura caminaba, de dar envidia porque nadie ha caminado como él, parecía flotar leve y elegantemente a pesar de su tremenda fortaleza y corpulencia). Comencé a ver la película con ganas y encantado porque los planos iniciales eran de una Nueva York evocadora y monocromática, fuertemente contrastada. Estaba seguro de que pasaría una estupenda tarde deambulando por la ciudad con dos estupendos personajes, hasta que comprobé que era en versión original (inglés), sin subtítulos, idioma que no entiendo (no sé ningún idioma, casi ni siquiera el mío). Tuve que abandonar muy decepcionado porque la película parecía de las mayores.
Esto me hace sospechar que mi noviazgo está muy “verde” porque Rocío ni siquiera se acordaba de que le dije que no sé inglés, por no hablar de otras muchas cosas.
Compensé con otra película, por la noche ya, El mohicano, que va de la historia de hostigamiento por parte de la mafia corsa a uno de los últimos cabreros de la isla. No estuvo mal, pero nada que ver con la textura de la de Wise.
La Fotografía: Como a priori estaba seguro de que la película funcionaría monté la cámara para fotografiar e hice esta única foto, en la que se respira un ambiente existencialista parisino: Saint-Germain-des-Prés, o Montparnasse, a pesar de que era Nueva York.